El pasado lunes se publicó en El Universal un extenso reportaje en el que prácticamente “desnudan” al actual titular de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización del Congreso de Morelos, Blas Cuevas Díaz. Pero no pasará nada, pues el experto en Contaduría Pública y Finanzas egresado del Tecnológico de Monterrey y Maestro en Derecho Administrativo y Fiscal sólo ha sido el instrumento de un grupo de políticos muy poderosos a los que ha servido para incrementar su riqueza.
Ese fue el trato con los diputados que el 12 de diciembre del 2022 lo designaron como encargado de la institución responsable de revisar los manejos financieros de los Ayuntamientos y dependencias del gobierno estatal: asesorarlos para que los gobiernos municipales que encabezaron pudieran salir avante de las revisiones a sus respectivas cuentas públicas.
Y un plus: ayudarlos a manejar sus empresas particulares con la ingeniería financiera en la que Blas es experto.
En todo esto hay un personaje que influyó enormemente en su designación. Resulta que aquella muchachita indígena que Blas conoció en el Ayuntamiento de Temixco en los siete meses en que estuvo como tesorero en 2006, por azares del destino hoy era diputada.
Tras el disfraz de indígena humilde y honesta, se escondía una mujer ambiciosa a más no poder a la que el profesionista le prometió dinero a raudales. Ahí se desarrolló la doble personalidad de esta mujer: terminando sus labores de diputada cambiaba sus huaraches de plástico por unas zapatillas y su delantal por una chamarra de marca, para subirse a una camioneta de lujo y dirigirse a una casa en Vista Hermosa. Todo pagado por Blas.
Muy pronto se ganó a las demás diputadas y diputados de la LVI Legislatura con lo que sabe hacer mejor: dar consejos financieros. A los que ya eran empresari@s les decía cómo protocolizar sus sociedades mercantiles, y los que no sabían nada (los nuevos millonarios) les sugería qué negocios poner.
“Hay conflicto de interés en el nombramiento de Blas Cuevas” publicó La Unión de Morelos el 23 de diciembre del 2022, pero nadie hizo caso. El experto en burlar las revisiones contables estaba bien apoyado por 17 de los 20 legisladores, y muy pronto convenció hasta los que no votaron por él.
Obviamente que, a la par que aquellos diputados que llegaron sin nada y ahora traían ropa de marca, Blas Cuevas comenzó a cambiar su forma de vida. La propiedad que siempre había tenido en la colonia Amatitlán de pronto se convirtió en un carísimo restaurante. “Brothers” se llamaba. Años después el inmueble fue remodelado en su totalidad y adoptó el nombre del número que le corresponde según la nomenclatura de la ciudad: Cuatro 26.
Y efectivamente, tal como lo menciona Ernesto Aroche en su reportaje de El Universal, “en el 426 de la avenida Plan de Ayala, una vialidad que cruza la ciudad de Cuernavaca, Morelos, se alza un anuncio espectacular en el que se ofrecen servicios fiscales y la promesa de proteger el patrimonio de la gente. Firma el despacho Defensa Contable y Fiscal, que se ubica en el mismo lugar que el anuncio, y que tuvo como socio a José Blas Cuevas Díaz, titular de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización del Congreso de Morelos (ESAF)”.
En realidad, aunque legalmente ni el restaurante ni el despacho contable están a su nombre, todo Morelos sabe que ese edificio es de Blas.
La información obtenida en el Registro Público de la Propiedad de Morelos revela que Blas Cuevas dejó la sociedad en octubre de 2023, cuando vendió la totalidad de sus acciones a una persona de nombre Luis Ramón Hernández Montoya, aunque el movimiento se formalizó hasta marzo de 2025, fecha en que se registró ante las autoridades (muy probablemente porque alguien le pasó “el pitazo” de que lo estaban investigando).
Es decir, vendió sus acciones 10 meses después de ser nombrado encargado de despacho, y solo dos meses antes de ser ratificado como titular del ESAF por el Congreso de Morelos. Aunque en su declaración patrimonial y de intereses no hay registro del pago de las acciones, lo que se reporta como ingreso es su salario como funcionario público de 2022 a la fecha.
El pasado 1 de septiembre el reportero de El Universal solicitó una entrevista formal con el funcionario, quien no tuvo otra opción que recibirlo.
—¿Usted es o fue socio del despacho Defensa Contable y Fiscal? — cuestionó el reportero.
—No, yo sólo fui empleado del despacho— contestó inmediatamente.
—Aquí dice que usted fue socio— le dijo su entrevistador mientras le mostraba el documento del Instituto de Servicios Registrales y Catastrales del Estado de Morelos.
–Ahí trabajé muchos años, pero el despacho no tiene nada que ver con la auditoría. Lo que la ley marca es que como auditor no puedes trabajar en ningún otro lado, y yo dejé la empresa hace más de cuatro años.
–Pero usted no solo trabajó ahí. Fue socio.
–Ajá.
–¿Cuándo dejó de ser socio?
–Hace como cuatro años.
Los documentos muestran otra cosa: en realidad fue un año y once meses desde aquella asamblea donde se acordó su salida pero que fue reportada al Registro Público de la Propiedad y el Comercio hace unos cuantos meses.
Blas Cuevas también aseguró que por la venta de sus acciones del despacho fiscal –que representaban el 50% de la compañía–, obtuvo 45 mil pesos que le entregaron en efectivo, y dijo desconocer por qué no estaban registrados en su declaración patrimonial, “pero lo revisaré en su momento, si no se declaró”.
El reportaje concluye que, por años José Blas Cuevas Díaz se dedicó a asesorar y constituir empresas desde su despacho privado, pero su salto a la función pública en 2022 le abrió la puerta a posibles conflictos de intereses al tener que auditar contratos de compañías propias o de sus clientes.
Este impecable trabajo de investigación es muy probable que gane un Premio de Periodismo (como en su momento ocurrió con “La Estafa Maestra”), pero jurídicamente no le hará nada a Blas, quien tiene asegurados ocho años al frente de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización.
HASTA MAÑANA.