Gerardo Fernández Noroña está desatado y ese sí es un peligro para México. Para algunos analistas, su fama —ya sea mala o buena— supera por mucho a personajes que tienen años de estar en el escenario político e incluso algunos morenistas prefieren ver el canal de Youtube de Noroña que las mañaneras de Claudia Sheinbaum.
“Fernández Noroña escamoteó, justo es decirlo, protagonismo a la presidenta no solo en sus últimas horas de presidir la mesa directiva del Senado, sino a lo largo de meses, ya sea con polémicas a propósito de sus viajes internacionales, ya fuera por sus arranques”, escribió Salvador Camarena en El País.
Noroña, de 65 años, mantiene un carácter directo y un estilo de vida sin filtro, influido por su crianza en una colonia de Tlalnepantla, estado de México, con su madre y abuela tras la ausencia de su padre quien, simplemente, “se dio a la fuga”. Destaca la importancia de su abuela, una indígena purépecha, quien lo impulsó a estudiar sociología en la UAM y participar en movimientos estudiantiles.
Inició su trayectoria política en el Partido Mexicano Socialista y posteriormente en el PRD, compaginando diversas profesiones. Coincidió con López Obrador en el nacimiento del PRD en 1989, aunque afirma que no tuvieron relación cercana. Ha sido crítico con varios presidentes mexicanos, denunciando desde el Fobaproa hasta actos de fraude electoral, y confrontando directamente a figuras como Calderón y Peña Nieto.
Psicológicamente, Fernández Noroña muestra un perfil altamente extrovertido, carismático y confrontativo, con fuerte inclinación a los arquetipos del rebelde y el guerrero, que lo vuelven un líder polarizante: inspira lealtad en su base por su autenticidad e irreverencia, pero genera rechazo en sectores que perciben en él autoritarismo, impulsividad y poca disposición a la negociación.
Su aspecto desaliñado le ha valido todo tipo de calificativos: “changoleón”, “El imbañable”, “apestoso”, “defensor del comunismo pero con gustos capitalistas”.
Gerardo Fernández Noroña se ha presentado durante décadas como un político de izquierda radical, defensor de la austeridad y crítico feroz de los privilegios de las élites, pero varias de sus acciones han puesto en entredicho esa congruencia ideológica. El caso más señalado fue la adquisición de una casa en Tepoztlán con valor cercano a 12 millones de pesos, lo que contrasta con su discurso de vivir con modestia y cercanía al pueblo. Además, aunque ha denunciado el capitalismo y los lujos de la clase política, se le ha visto frecuentar restaurantes y hoteles exclusivos, disfrutar de viajes costosos y mantener un estilo de vida más cercano al de aquellos a quienes critica.
El ex petista, hoy militante del partido Morena, ha defendido a rajatabla una máxima: que a nadie le importa lo que él haga con su dinero que se ha ganado con su trabajo (como legislador y youtuber). Esto contrasta con la posición tanto de la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, como de la dirigente nacional morenista, Luisa María Alcalde, quienes consideran que “aunque tengan para comprarse ropa cara” deben vestir de manera sencilla porque representan a un partido que siempre ha pregonado la austeridad y la justa medianía.
Esto mismo ha provocado una especie de división al interior del partido: los que consideran que Noroña le hace más daño a Morena, y los que sostienen que Gerardo Fernández es la persona que el partido necesita para continuar con la cuarta transformación, pues proviene de lo más bajo de la sociedad, económicamente hablando.
Esta polémica se volvió más álgida en días pasados, cuando en un encuentro con estudiantes una joven lo acusó de haberle dicho a la senadora Lily Téllez 'tú no estás para debatir, tú estás para lavar trastes'.
La frase, que se confirmó que nunca fue dicha por el legislador, provocó un verdadero linchamiento en redes. A los “noroñistas” no les importó que se trata de una mujer, casi una niña; arremetieron contra ella como si Gerardo fuera un dechado de virtudes.
Pero ¿por qué estamos tocando este tema que es nacional cuando esta columna generalmente es de temas locales? Pues porque “El Noroñismo” ha llegado a Morelos.
De hecho, Fernández Noroña tiene varios años viviendo en Morelos, específicamente en Tepoztlán, donde rentaba —primero— una casa que después adquirió. Él mismo la presumió en sus redes sociales y asentó en su declaración patrimonial que tiene un valor de 12 millones de pesos, aunque no tiene escrituras. Cada vez que intenta explicar el origen de la propiedad, se enreda más.
Agresivo por naturaleza, Noroña se ha dedicado a atacar a todos los que se han atrevido a hacer declaraciones que él considera son en contra suya. Primero se fue contra el alcalde Perseo Quiroz, a quien “balconeó” diciendo que alguna vez lo buscó en su casa para pedirle apoyo, y presentó como prueba una fotografía. Le ha dicho todo tipo de adjetivos calificativos al inexperto edil.
El secretario de Gobierno, Juan Salgado Brito, al ser cuestionado por la prensa, emitió un comentario lacónico: “Estoy totalmente de acuerdo con el alcalde, quien decía que quien llegue a residir, lo menos que tiene que hacer es respetar al pueblo. Tepoztlán es un pueblo mágico, como varios pueblos originarios, que tiene sus usos, costumbres y tradiciones”.
Eso le valió una zarandeada del polémico legislador, quien también se atrevió a retar a los comuneros de Tepoztlán que amenazan con restituir al pueblo la casa en la que vive. “Quiero verlo”, dijo en tono retador.
Por eso cuando, el pasado lunes le preguntaron a la gobernadora Margarita González Saravia su opinión sobre la polémica que se ha armado por la casa de los 12 millones, sabiamente contestó que: “Es un personaje mediático de por sí, pero si ustedes ven la lista de políticos de todos los partidos, de intelectuales, ahí tienen su casa. Entonces yo creo que es un tema más que nada político”.
Y tiene razón: qué necesidad de meterse en polémicas que nada positivo le traen al estado.
HASTA MAÑANA.