Ya vimos que una ventaja de que el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Miguel Ángel Urrutia Lozano no sea oriundo de Morelos es que está atacando aquellos lugares de alto índice delictivo que cualquier otro jefe policiaco lo hubiera protegido, como es Huitzilac, la colonia Patios de la Estación, y —ahora— el poblado “indígena” de Ocotepec, ubicado en plena capital del estado.
Y es que ayer, Urrutia Lozano, declaró que la madrugada de este jueves un sujeto fue presuntamente rescatado por integrantes de la ronda comunitaria de Ocotepec, tras una persecución y un enfrentamiento a tiros con policías.
Habría que explicarle que, bajo el argumento de que es un pueblo que se rige por “usos y costumbres”, Ocotepec se mantiene fiel a su tradición de retener a elementos de cualquier corporación policiaca que se atreva a entrar a lo que consideran su territorio, una circunscripción en la que no vale la Constitución ni ninguna otra ley.
Esta costumbre data de tiempos inmemoriales. En el régimen de Jorge Carrillo Olea (1994-1998) en varias ocasiones policías estatales fueron retenidos y funcionarios de la Procuraduría de Justicia tuvieron que ir a rescatarlos.
En noviembre del 2002, los vecinos de Ocotepec retuvieron durante varias horas a dos elementos de la Policía Metropolitana de Cuernavaca a los que responsabilizan de haber causado daños al vehículo de un vecino y amagar con sus armas al propietario del coche.
José Antonio González Poncelis se dirigía a su domicilio en el poblado de Ocotepec, a bordo de su vehículo Pointer modelo 2000, cuando intempestivamente fue rebasado por la patrulla 157 de la Secretaría de Seguridad y Tránsito Metropolitana.
Por la falta de pericia y cuidado del chofer de la patrulla, ésta “se llevó” el espejo del Pointer, prosiguiendo su camino sobre la avenida denominada Camino Viejo a Atlacomulco. González Poncelis le dio alcance a la camioneta Pick Up en la que iban alrededor de seis elementos para exigir que respondieran por el daño causado.
Sin embargo, a decir del agraviado, lejos de aceptar su responsabilidad los policías lo amagaron con sus armas y se comportaron en forma prepotente, tanto con el afectado, con sus familiares y vecinos que llegaron a apoyarlo e incluso el ajustador de la compañía aseguradora que acudió para buscar un arreglo.
Cuando estaban en plena discusión llegó la Policía de Ronda de Ocotepec, cuyos elementos también desenfundaron sus armas estando a punto de darse un enfrentamiento. Al verse en desventaja, los metropolitanos optaron por emprender la huída, siendo perseguidos por los policías comunitarios logrando detener solamente a dos: Jorge Mondragón Alday y Emiliano Guzmán Mateos.
Después de varias horas de negociaciones, los elementos fueron entregados al entonces secretario de Seguridad Pública de Cuernavaca, Anselmo Sotelo Parra.
En el 2003, unos elementos de la Agencia Federal de Investigaciones que regresaban de unos operativos en la zona oriente pasaron por la avenida principal de Ocotepec, donde existen decenas de puestos de piratería. Sin saber que estaban en un pueblo que se rige por sus propias leyes, los agentes federales intentaron decomisar los productos apócrifos, siendo detenidos por los “ronderos” y llevados a la cárcel de la Ayudantía.
Minutos después llegó el responsable de la AFI en Morelos en aquellos días, Ulises Arellano Garnica, a solicitar la liberación de sus compañeros, pero como “llevaba aliento alcohólico”, también fue retenido.
Tuvo que acudir un representante del entonces delegado de la PGR, Martín Rubio Millán, para que les fueran entregados los elementos, previa devolución de sus discos “piratas”.
A principios del 2004, ronderos de Ocotepec dispararon contra policías Metropolitanos, después de que éstos detuvieron a dos jóvenes que ingerían cerveza e inhalaban solventes en la colonia Chamilpa. Los centinelas del poblado advirtieron a los efectivos que "se encontraban dentro de sus límites".
Los metropolitanos habían recibido el reporte de que en la calle Cuauhtémoc de la colonia Chamilpa había un sujeto pintando graffitis en la fachada de una casa, por lo que al sitio se trasladaron dos patrullas.
Cuando las unidades 187 y 193 llegaron al lugar, los uniformados se percataron de que había varios sujetos tomando cerveza y un joven inhalaba solventes con una estopa; por tal motivo decidieron aprehender a los infractores, pero algunos vecinos del lugar se pusieron demasiado agresivos e intentaron impedir el arresto de los presuntos responsables.
Ante el comportamiento violento de los colonos, los metropolitanos sólo capturaron a Raúl Avilés Ramírez y a Luis Ángel Román Sánchez —quien inhalaba el solvente— pero de pronto, algunos de los lugareños empezaron a gritar y chiflar, por lo que poco después llegó una camioneta blanca, con el logotipo de la Ronda de Ocotepec, a bordo de la cual viajaban alrededor de 10 hombres armados, quienes intercambiaron palabras con los agentes e intentaron impedir que los presuntos implicados fueron detenidos.
Los vigilantes del poblado de Ocotepec alegaban que se encontraban en su jurisdicción y que los muchachos eran sus familiares, y que por esos motivos no podían aprehender a los jóvenes.
Pero los uniformados les manifestaron que estaban en Chamilpa, por lo que, tras una fuerte discusión, los metropolitanos subieron a los tipos a las patrullas y se trasladaron a su base.
Sin embargo, en la carretera federal Cuernavaca-Tepoztlán, a la altura del callejón del Arrastradero de Chamilpa, los policías fueron alcanzados por una camioneta pick up color rojo y la camioneta blanca, ambas con los logotipos de la Ronda de Ocotepec.
De pronto, los tripulantes de las camionetas abrieron fuego contra los agentes, pero éstos lograron escapar sin que alguno de ellos resultara lesionado, y tampoco las unidades sufrieron daños.
A pesar de que los funcionarios de la entonces Procuraduría General de la República que acudieron a negociar con los pobladores de Ocotepec en aquella ocasión que los agentes de la AFI estaban retenidos, se percataron de que los “ronderos” utilizan armas de uso exclusivo del Ejército, nunca se ha iniciado un procedimiento en su contra, por lo que Ocotepec sigue siendo “una isla” dentro de un país que se rige por un estado de Derecho.
Y si “la maña” ha logrado comprar policías estatales y municipales, que no pueda contratar a ciudadanos comunes y corrientes que, sin tener ninguna capacitación, les proporcionan armas cortas y largas para cuidar una comunidad a la que no le hacen nada porque representan miles de votos en las elecciones.
HASTA EL LUNES.