Entre las magistraturas de Circuito que estarán en disputa este primero de junio, destaca la del Tribunal Colegiado de Apelación, que se encarga de revisar las sentencias de los Juzgados de Distrito y sólo hay uno en el decimoctavo circuito con sede en Atlacholoaya, con jurisdicción en el Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) número 16 de Michapa, municipio de Coatlán del Río, lo que hace que sea el más codiciado.
¿Quiénes son los que van a competir por ese cargo el primer domingo de junio?
Alejandro Roldán Olvera, es licenciado en Derecho por la Universidad Panamericana, Campus Ciudad de México, donde terminó una Maestría en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, además de un Curso de Preparación y Capacitación para secretarios de Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito. Ha ocupado diversas posiciones de alto nivel dentro del Poder Judicial de la Federación, el último de ellos en la Coordinación de Asesores de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Francisco Rubio Yáñez, es licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se graduó con mención honorífica. Su formación académica incluye también estudios especializados en diversas áreas del derecho, como un diplomado en Juicio de Amparo, una especialidad en Secretaría de Juzgado de Distrito y Tribunal de Circuito por el Instituto de la Judicatura Federal, y una maestría en Juicios Orales por la Universidad Tepantlato (la misma donde estudió Lenia Batres).
De estos dos candidatos ya habíamos publicado antes, no así del tercero: Emiliano Palacios Ramírez, a quien conocimos recientemente.
“Pala” —como le dicen sus amigos— tiene 36 años, vive en el municipio de Emiliano Zapata, es aficionado al béisbol y lleva 13 años dentro del Poder Judicial de la Federación, donde comenzó en el Sexto Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito (CDMX), y luego llegó a Morelos para trabajar en el Tribunal Colegiado de Apelación con sede en Xochitepec.
Cabe mencionar que es egresado de la Universidad Lasalle, Campus Ciudad de México, donde también estudió una Maestría en Justicia Penal. Tiene más de 20 diplomados y cursos en temas como: Derechos humanos, Perspectiva de Género, amparo, justicia penal internacional, transparencia, acceso a la justicia para personas con discapacidad e infancias.
“Mi visión sobre la justicia implica mucho más que la mera aplicación de la ley; significa escuchar con empatía, resolver con contexto y decidir con ética, buscando siempre construir un sistema judicial que sea cercano, claro y humano, promoviendo resoluciones fundamentadas y accesibles, estableciendo espacios de diálogo con universidades y ciudadanía, y reforzando tanto la transparencia como la formación continua”, afirma.
Como podrá verse, son tres candidatos que no nacieron en Morelos, que estudiaron en la capital del país y que han trabajado los últimos años en el Poder Judicial Federal adscritos a tribunales de Morelos, lo que los obligó a venirse a vivir a nuestro estado.
Y los tres tienen una amplia experiencia en el cargo que pretenden desempeñar. El elector tiene la última palabra.
DEPRIMENTE ESPECTÁCULO EN EL TSJ. – Por catorce ocasiones en cinco días hemos visto la misma obra teatral: llegan las magistradas y magistrados desfilando por en medio de las bancas y se colocan en sus asientos no sin antes ponerse su toga negra para darle solemnidad al acto.
Enseguida se oye la voz grave de Juan Emilio Elizalde —la misma que hace años hacía pedazos a los funcionarios cuando leía su columna en Radio— hoy con el encargo de llevar la batuta en el proceso para elegir al sucesor de Jorge Gamboa Olea:
“Por favor, oficial mayor, proceda al pase de lista”, ordena. Y la servidora pública procede a mencionar los nombres de cada uno de los integrantes del Pleno, a sabiendas de que no están presentes y que al final tendrá que dar su conclusión: “No hay quorum señor magistrado decano”.
Y el magistrado decano hace siempre la misma pregunta de la que ya se sabe la respuesta: “¿Existe alguna comunicación para justificar la ausencia de los magistrados faltantes?”.
“No señor magistrado, no tenemos ninguna comunicación. Sus oficinas permanecen vacías y sus teléfonos celulares apagados”, contesta Nidiyare Ocampo.
Así han estado desde el martes, último día que fueron vistos Jorge Gamboa, Rafael Brito, Carmen Aquino, Horacio López, Elda Flores León, Janet Uribe, Arturo Loza y Javier Mújica. Jaime Castera, Anahí Bahena y Alejandra Hernández han asistido a los últimos intentos de sesión, pero aún con ellos no logra completarse el ansiado Quorum.
Enterado de que “no hay condiciones” por falta de asistentes, Juan Emilio Elizalde pide la opinión de sus compañeros. La primera que habla siempre es Bertha Rendón Montealegre, con un lenguaje irónico, mordaz.
Ayer por la tarde no fue la excepción. “…hemos enfrentado de todo: que nos apaguen la luz, que haya amenaza de bomba, que los compañeros de Informática salgan corriendo, que a la secretaria general le dé tos y abandone la sesión, que venga gente armada…”, dijo.
—Presidente, exijo respeto— interrumpió la secretaria general Juana Morales.
—No le estoy faltando al respeto; solo cito un hecho— respondió Rendón Montealegre.
Minutos después, la magistrada Alejandra Hernández defendió a la servidora pública mencionada.
“Debemos tener un discurso congruente entre lo que expresamos y lo que hacemos. Todos estamos viendo el trato que está recibiendo la secretaria general que por que le dio tos o no le dio tos. No somos médicos ni estamos dentro de su cuerpo para saber si es una enfermedad real o no. Me parece que afirmar que el personal está actuando por orden de alguien, en un tribunal en el que resolvemos con pruebas, es algo muy arriesgado e irresponsable”. Luego recordó que la magistrada Bertha pidió un permiso de un mes que luego retiró pero que no acudió a trabajar durante ese periodo de tiempo y le tenían que llevar los expedientes a su casa.
Las magistradas intercambian acusaciones durante varios minutos, luego hablan los demás integrantes del Pleno. Algunos proponen que el decano asuma las facultades de un presidente interino, otros se oponen. “Estoy como el cohetero”, exclama Elizalde. Al final no llegan a ningún acuerdo y citan a una nueva sesión al otro día.
Los magistrados se levantan de sus asientos, se quitan lentamente sus togas y las ponen en el respaldo de las sillas, para encaminarse hacia la salida.
Y así todos los días por quién sabe cuánto tiempo, a pesar del llamado a la cordura que ya han hecho diputados, abogados, y la gobernadora.
HASTA MAÑANA.