El operativo policiaco en la colonia Lienzo Charro, la detención de dos personas (uno apodado El Belicón y el otro El Gambetas), la integración de la carpeta de investigación y finalmente la resolución de un juez penal, deben ser objeto de un minucioso análisis técnico-jurídico para determinar qué falló en ese caso que dejó muy mal paradas a las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia. En otros tiempos ya hubiera habido por lo menos dos ceses fulminantes.
Para dar un contexto de lo que estamos hablando, recordemos que en este mismo espacio hicimos una cronología de lo que ocurrió el 3 de julio pasado, cuando los vecinos de la colonia Lienzo Charro (al norte de Cuernavaca) fueron testigos de un “mega-operativo” que incluyó Policía Estatal, Ejército, Guardia Nacional y creo que hasta marinos.
Por la hora en que se realizó el operativo (craso error), había decenas de teléfonos celulares grabando, y varios reporteros hicieron transmisiones en vivo. Al mismo tiempo, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Miguel Ángel Urrutia, declaraba a los medios que se había detenido a la persona (un ex policía municipal de Cuernavaca) que encabeza la venta de drogas y extorsión en todo el corredor de la avenida Universidad. No quedaba claro si el operativo era resultado de investigaciones propias de la SSPC o en apoyo a otra institución.
Vecinos del detenido comenzaron a subir videos donde se observaban a policías con el rostro cubierto golpeando el candado de la puerta en el domicilio del ex elemento de Seguridad Pública Municipal. En una grabación al parecer hecha por Adrián, se ven policías en las azoteas de las casas vecinas intentando entrar por él.
En otro video se observa a Adrián en la puerta de la casa exigiendo que le dejen ver la orden de aprehensión, y posteriormente otra grabación de teléfono celular muestra a los elementos federales llevando a una persona a la que le cubren la cabeza con una prenda de ropa, lo suben a una camioneta y se retiran.
De la otra persona, que hoy sabemos se llama Jesús Antonio, es un vecino que salió a pasear sus perros y grabó cuando estaban deteniendo a Adrián alias El Belicón, y por eso lo subieron a la camioneta y le imputaron el delito de Resistencia de Particulares.
Familiares y vecinos de Adrián se dirigieron a la glorieta de La Paloma de la Paz, donde bloquearon el paso vehicular con piedras durante varias horas. En entrevistas, su esposa se quejó de que durante el operativo -sin orden de cateo ni aprehensión-, se llevaron dinero en efectivo y celulares, además de que golpearon al detenido.
La noticia de que un juez penal había declarado de legal la detención de Adrián, alentó las sospechas de que “El Belicón” tuviera una “doble vida”, sobre todo después de que el jefe policiaco declaró que pertenece a la organización de Abel Maya y distribuyó fotografías de una pistola (bastante vieja, por cierto) que supuestamente le encontraron, junto con algunas pastillas de Fentanilo.
Sin embargo, el pasado miércoles por la noche, en la audiencia de vinculación a proceso, todas las corporaciones que participaron en el operativo del Lienzo Charro quedaron exhibidas por el Juez Cesar Augusto Galán Delgado, quien prácticamente evidenció un “montaje” para inculpar a Adrián, otorgando la razón a la defensa del detenido (encabezada por el licenciado Raúl Hernández) y declarando su absoluta libertad.
Y es que no sabemos a quién se le ocurrió, que después de que todos vimos el mega-operativo que incluyó el helicóptero, la puesta a disposición la hiciera un par de policías estatales que recurrieron al viejísimo cuento de que se encontraban realizando recorridos de seguridad en la ciudad cuando recibieron un reporte vía radio indicando que una persona anónima había reportado personas armadas a bordo de una camioneta gris tipo Journey.
Refieren que -sin bajarse de la patrulla- a la distancia observaron a un sujeto que se encontraba manipulando aparentemente algún objeto, sin alzar la vista. Inmediatamente, los oficiales al coincidir este vehículo con el que se había reportado se aproximan hasta esta unidad, esto es pie tierra.
Uno de los oficiales “logró visualizar en el área de la consola central que se encontraban diversos paquetes tipo ziploc con aparente cocaína cristal así como una pastilla de color azul, lo cual esto de manera inmediata este oficial lo informa al oficial (…) quien al tener conocimiento de estas sustancias de carácter ilícito le indica al sujeto identificado como Adrián quien en ese momento se abalanza contra el oficial lo golpea en la cabeza con el puño para inmediatamente desenfundar en su pantalón un arma de fuego tipo corta, comenzando a gritar a los vecinos”.
“Es así que los oficiales ante la situación solicitan apoyo vía radio, toda vez que refieren que atendiendo esto a la presencia de un arma de fuego implicaba una amenaza real inminente, tanto para los oficiales como también las personas que transitaban (…) Le solicitaba de manera reiterada mediante comandos verbales que detuviera la marcha, el cual hace caso omiso a traviesa un área de patios, al subir por unas escaleras que conduce una especie de terraza, la cual conecta un techado de la casa de color azul y refiere que en esta situación el sujeto número uno aprovecha para intentar emprender la huida, logrando darle el alcance el oficial”.
Toda esa narrativa fue totalmente desmentida con las fotografías, los videos y los peritajes en criminalística presentados por la defensa. Para empezar, la supuesta llamada reportando personas armadas a bordo de una camioneta, quedó registrada en el C5 una hora después de que inició el operativo.
Según el informe policial homologado, los policías aprehensores pudieron meter una patrulla en una calle que mide tres metros y avanzar a 20 kilómetros por hora, y desde ahí visualizaron a un sujeto que estaba manipulando algo dentro de una camioneta como la que habían reportado.
En los videos que presentó la defensa no aparece nada de lo narrado por los policías, al contrario, se ve a los elementos encapuchados abrir la camioneta donde supuestamente encontraron la droga, golpear la puerta del hoy liberado y entrar por él para llevárselo sometido entre varios elementos.
Si el operativo hubiese estado bien realizado y que tuviera como resultado la aprehensión de un peligrosísimo delincuente, todas las corporaciones se estuvieran “parando el cuello” ante sus superiores. Pero no sólo no salió bien, sino que hubo errores de primero de primaria que si el juez hubiera consentido se habría convertido en cómplice del “montaje”.
La pregunta que queda en el aire es: si el presidente del TSJ siguiera siendo Jorge Gamboa Olea ¿habría sido el mismo resultado de la audiencia?
HASTA EL LUNES.