“Respetemos el espacio y
la privacidad de nuestros vecinos".
Anónimo
Después del artículo de la semana pasada, he recibido muchas quejas vecinales que me hicieron recordar lo que en otros momentos he vivido, tanto como vecino de mi comunidad y como funcionario público. Personas que se quejan de acciones como perros de vecinos que son un peligro. Los perros, no los vecinos, bueno, también los vecinos. Disculpen la ironía. Vecinos que dejan salir a sus perros que van a hacer sus necesidades frente a las casas de otros vecinos; vecinos que siembran árboles o plantas que, al crecer, perjudican a las propiedades de otros vecinos, en fin, hay muchas situaciones caóticas que no permiten la convivencia sana en una comunidad.
Ya lo he mencionado en muchos foros y, por supuesto, en varios de mis artículos. Bueno, la respuesta se encuentra en lo que se llamaba “Bando de policía y buen gobierno”. Actualmente, ya le quitaron el adjetivo “buen”, me imagino por qué. Perdón otra vez por la ironía.
En ese documento se encuentran todas las normas para vivir en paz y armonía en cada municipio de nuestro estado. Bájalo de internet y pongámoslo en práctica. Recuerden que la mejor forma de convivir en armonía es la democracia participativa. Léanlo y aplíquenlo. Ya no se pueden llamar a engaño. Ahí, en esa normativa se encuentran todos los derechos y obligaciones de vecinos y autoridades para el buen vivir en comunidad y, ya verás cómo al aplicarlo, vendrán la paz y la concordia comunitarias.
Continuando con el tema de los valores para convivir en comunidad expongo los siguientes.
Diálogo: en lugar de evitar los desacuerdos y/o gestionarlos con violencia, una cultura de paz apuesta por enfrentarlos a través del diálogo honesto y respetuoso. Esto implica escuchar con atención, expresar nuestras ideas sin agresividad, y estar dispuestos a ceder cuando sea necesario. El diálogo no solo resuelve conflictos, también previene su aparición.
Martin Buber, filósofo del diálogo, señalaba: “El verdadero diálogo no empieza cuando se habla, sino cuando se está dispuesto a escuchar”. El diálogo es una manifestación concreta de paz activa, y practicarlo con nuestros vecinos puede transformar profundamente nuestro entorno.
Tolerancia: aceptar la diversidad. Los vecinos pueden ser muy diferentes entre sí: en sus costumbres, ideologías, religiones o estilos de vida. La tolerancia no implica estar de acuerdo con todo, sino aceptar que la diversidad es parte natural de la vida humana y puede enriquecer nuestra experiencia cotidiana.
Voltaire decía con ironía y claridad: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”. Esta actitud permite que la pluralidad no sea causa de conflicto, sino motor de crecimiento comunitario.
La justicia y la equidad son la base para la paz duradera. La paz no puede florecer donde hay desigualdad o donde algunos privilegios se imponen sobre los derechos de otros. La justicia en el contexto vecinal se refleja en decisiones equitativas, reglas claras para todos, y acceso igualitario a los espacios y recursos comunes. Una comunidad justa es más pacífica porque reduce las causas estructurales del conflicto.
Como sostenía Mahatma Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”. Pero ese camino debe estar pavimentado con justicia para que todos puedan transitarlo en igualdad de condiciones.
Tengamos en cuenta, pues, que una cultura de paz no se impone desde arriba; se construye desde abajo, desde lo cotidiano, desde las relaciones simples pero significativas con quienes compartimos la vida diaria. Para vivir en paz con nuestros vecinos, necesitamos cultivar valores que nos permitan ver al otro como un aliado, y no como una amenaza o una molestia.
Cuando aplicamos el respeto, la empatía, la solidaridad, el diálogo, la tolerancia y la justicia en nuestra convivencia diaria, sembramos las semillas de una paz verdadera, activa y transformadora. Como bien decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Y quizás, ese cambio comienza con una sonrisa, un saludo cordial o un acto de comprensión hacia quien vive justo al lado.
¡Construyamos juntos una mejor comunidad!
Sumemos pequeñas acciones que hagan una gran diferencia: saluda, escucha, respeta, sé empático y colabora.
No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.
Ser buenos vecinos es el primer paso para vivir en armonía y concordia.
¡Hagamos de nuestra comunidad un lugar de paz y bienestar para todos!