“La unión vecinal se construye con respeto mutuo".
Anónimo
Este artículo tiene un doble propósito. Que la gente entienda que nos necesitamos unos a otros para vivir en paz con nuestro entorno y con la gente que vive en la misma comunidad, y, por otra parte, alertar a nuestras autoridades para implementar formas adecuadas en los servicios públicos para que todos vivamos en paz y en armonía. Esto evitará enfrentamientos y protestas vecinales y nos ahorraremos dolores de cabeza y/o violencia innecesaria entre la gente.
Digo esto porque ya reporté dos veces la problemática vecinal que se da en la calle de Pericón frente a Plaza del mismo nombre en el municipio de Cuernavaca, en el que, por alguna razón, supongo que, por la costumbre de los vecinos, o comodidad del servicio de basura, dejan la basura amontonada frente a dicha plaza donde afectan a los vecinos que viven ahí, con el pretexto de que ahí todos la dejan.
He hablado con los vecinos del lugar que dejan su basura en ese lugar creando espacios pestilentes y afectando a quienes viven en esa entrada. Seguramente ellos se enojarían si los demás vecinos pusieran la basura frente a sus casas. Y muy probablemente ya se habrían dado peleas y violencia vecinal. Lo cual sería muy lamentable.
Cuando me pidieron que interviniera, hablé con las personas que vi estaban dejando basura como el personal de un restaurante de mariscos y algunos vecinos. Les pedí que respetaran a los vecinos y les dije que ellos también se enojarían si les dejaran basura en su puerta. Llamé a la autoridad competente del municipio de Cuernavaca, y mandé un mensaje al email que me dieron. No pasó nada. La gente sigue dejando la basura en el mismo lugar causando molestias como las que ya mencioné. La última vez fueron a aventar allí un cristal grande, entre otras cosas, que se les resbaló y se rompió en mil pedazos provocando un peligro tanto para quienes viven ahí como para los transeúntes. Justo en ese momento salió de su casa una de las vecinas a quien le afecta sobremanera esta situación, se enfrentó al vecino reclamándole dicha acción. Y éste la insultó de todas las formas posibles, y, de todos modos, se alejó dejando su basura en el lugar.
La regla es que las personas deben dejar su basura afuera de sus domicilios. No se debe, y no se vale, afectar a los demás vecinos poniendo la basura en donde no corresponde. Así que va el mensaje por tercera vez a las autoridades correspondientes para que pongan coto y apliquen las sanciones que se deben imponer a las personas que cometen esos actos execrables.
En un mundo cada vez más acelerado, competitivo y muchas veces violento, la necesidad de cultivar una cultura de paz se vuelve más urgente que nunca. Pero la paz no es simplemente la ausencia de conflictos. Tal como lo señalaba Johan Galtung, a quien ya he citado en otras ocasiones en esta columna, sociólogo noruego y pionero en estudios sobre la paz, “la paz es la presencia de la justicia y no solo la ausencia de violencia”. Para construir una convivencia armónica con quienes nos rodean —en especial con nuestros vecinos y comunidad inmediata— es imprescindible desarrollar una serie de valores fundamentales que sostienen y promueven relaciones sanas, respetuosas y solidarias.
Dichos valores comienzan con el siguiente:
Respeto: la base de toda convivencia. El respeto es la piedra angular de cualquier relación humana. Significa reconocer la dignidad del otro, aceptar sus diferencias y convivir sin tratar de imponer nuestras propias creencias o estilos de vida. Cuando respetamos a nuestros vecinos, estamos contribuyendo a un entorno donde todos pueden sentirse seguros y valorados.
Como afirmaba el filósofo Immanuel Kant: “Actúa de tal manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”. Este principio nos recuerda que todos merecen ser tratados con consideración y no como obstáculos o herramientas para nuestros fines personales.
Empatía: ponerse en el lugar del otro. Ésta nos permite comprender las emociones, necesidades y preocupaciones de los demás. En la vida comunitaria, es común enfrentarnos a situaciones cotidianas que generan tensión: el ruido, el uso de espacios comunes, o los desacuerdos sobre decisiones del vecindario. La empatía nos ayuda a dialogar desde la comprensión y no desde el juicio o la reacción impulsiva.
El novelista León Tolstói escribió: “Nada puede hacer más noble a un ser humano que su capacidad de sentir con los demás”. Cultivar esta sensibilidad puede ser el primer paso para resolver conflictos antes de que escalen.
Solidaridad: construir comunidad entre todos. Es la disposición a ayudar a otros, especialmente en tiempos de necesidad. En contextos vecinales, la solidaridad se expresa en acciones concretas: ayudar a un vecino enfermo, cuidar de los niños cuando alguien lo necesita, o simplemente estar disponible para conversar y acompañar.
Paulo Freire, educador brasileño y defensor de la educación para la liberación, decía: “La solidaridad es la ternura de los pueblos”. Este valor fortalece los lazos entre vecinos, construye confianza mutua y da sentido de pertenencia a una comunidad.
Continuaré con este tema en la siguiente entrega, mientras tanto, pondremos atención a lo que nos contesten las autoridades del municipio de Cuernavaca.