Los cielos de diciembre desprenden anhelo ante el crepúsculo cuyo final mantiene la promesa de un nuevo comienzo. Una transición en un espectáculo de luces y colores diluyéndose, tal como la vida misma. Estamos justo en la etapa final de un año más. Decimos adiós a un ciclo y la expectativa por el siguiente nos llena de ilusión.
Doce son los meses del año, y doce, las campanadas a medianoche que dan la bienvenida al nuevo año. Largos meses y días transcurrieron para llegar a este momento; un año lleno de distintos matices con noticias impactantes, tragedias, grandes espectáculos y sucesos fascinantes. Dicen que “el tiempo pasa volando” y en parte hay razón en ello: en un simple parpadeo estamos a punto de culminar otro ciclo más, el pasado enero se siente tan lejano e incluso pasajero.
Cada día de este 2025 fue una aventura, una lección y hasta un obstáculo superado; los cambios forman parte de nuestro día a día, somos seres dinámicos en sociedades en constante cambio. Dentro de ese cúmulo de transformaciones, muchas de éstas las esperamos con ansias durante la víspera de Año Nuevo, pues las tradiciones y rituales forman parte de la celebración y motivan a la gente a comenzar nuevos hábitos, a cumplir propósitos y deseos para un nuevo año.
En esa búsqueda de renovación y buena fortuna, estas prácticas populares están presentes en los festejos durante la Nochevieja; ya sea en compañía de la familia o de amigos, se viven y disfrutan como una forma de cerrar una etapa y comenzar otra llena de optimismo y esperanza.
Las más comunes van desde elegir un color específico en la vestimenta y/o ropa interior para atraer amor, abundancia y salud; salir con maletas a la calle para atraer viajes y aventuras; barrer la casa antes de medianoche con el fin de alejar la negatividad y dar espacio a la buena fortuna; también comer o lanzar lentejas y colocar dinero en el bolsillo o zapato.
Hasta los más jóvenes forman parte de estos rituales adoptando prácticas como el vision board, que es bastante popular entre miembros de las nuevas generaciones y las redes sociales y que consta de un collage de imágenes y frases que simbolizan metas. Y la más conocida de todas: las doce uvas, que con el sonar de las campanas se piden deseos y buenas intenciones al comer cada una.
Ya sea que seamos partícipes o no de estos rituales, los propósitos están presentes en nuestra mente, pues la determinación por cumplir nuevas metas entrado el año nos llena de ilusión y ánimo. Soñar es parte de nosotros y nos impulsa a luchar por nuestros objetivos, que van desde lo personal hasta lo profesional. Nunca es tarde para iniciar con aquello que hemos pospuesto; no importa si inicias en enero o en agosto, si son metas complejas o fáciles: ningún sueño es pequeño.
La fe y la intención en los rituales y propósitos van más allá de una simple creencia; se trata de un símbolo de motivación y esperanza ante los nuevos comienzos. Recibir el Año Nuevo siempre es fascinante; ya sea con un brindis, abrazos a los tuyos o hasta con un beso a tu ser amado lleno de amor, todo ello converge en la búsqueda de la fortuna en la vida, en la familia o en el amor.
Cada inicio tiene un fin. Lejos de entristecer ante esa idea, resulta algo alentador y lleno de esperanza porque con cada final se abre una nueva puerta que nos lleva a un nuevo viaje, una oportunidad para alcanzar las metas y para seguir creciendo.
