La literatura es un oficio de paciencia, o bien, conviene tenerla en abundancia, si se pretende algún éxito (en caso de que no seas un blanco privilegiado de cuna que será exitoso con obras francamente aburridas y del todo banales).
Paciencia es, según el Diccionario Zetina de la Lengua, la capacidad para enfrentar adversidades y logros con calma. Es también aceptar la adversidad con serenidad y reconocer el camino hacia las metas, aunque arduo, como algo posible.
No se trata de autoengaño del tipo «Lograré todo en la literatura solo porque soy paciente». Un asco. No. Se trata más bien de «Me esforzaré lo más que pueda y buscaré alcanzar mis objetivos en el arte deseando lo mejor y no me desesperaré si eso requiere de un buen tiempo».
Paciencia es la capacidad de esperar sin desesperar, es confiar sin fantasías, pero con los sueños vivos en el presente.
Al escribir cada libro hay que tener la paciencia de hacerlo, es decir, pensarlo, planearlo, desarrollarlo, corregirlo, buscar editor, publicarlo, venderlo y esperar respuestas del público. Escribir es un oficio, como he dicho, divertido, pero no fácil.
Si pretende usted un oficio fácil dedíquese al sindicalismo y si busca dinero fácil sea político y robe como lo hacen todos ellos. Pero si quiere hacer arte escrito prepárese con sacos de paciencia, además del estudio, el trabajo constante y todo lo demás que es necesario para ser escritor en esta cuarta región del mundo tercermundista llamada México.
La paciencia es crucial para enfrentar adversidades literarias tales como a los envidiosos, la influencia de ciertas mafias literarias (antes solo blancas, ahora también morenas), el clasismo, los prejuicios, los recursos económicos, los cochupos en premios literarios, las maledicencias, los hurtos y las traiciones, los malos amores y los excesos.
Pero no solo en la literatura es importante este tema. El amor es un asunto de paciencia. Un amorismo reciente dice: «Nos preparamos para el amor pero no para la paciencia». Mucha paciencia no garantiza el éxito en ningún ámbito, sin embargo, puede ayudarnos a tener una mejor vida, menos neurótica, menos histérica, menos frustrante.
La paciencia puede ayudarnos a tener un amor más digno, pues está visto que los romances fugaces no perduran y que irse a vivir a la semana con su nuevo amor (ja) es un absurdo que le quitará tiempo, dinero y energía (no lo haga, es horrible).
Un viejo verso dice: «Paciencia es esperarlo todo», y sí, esperar lo malo para afrontarlo y superarlo; así como lo bueno para encaminarlo hacia una conclusión positiva. Como en la literatura, el amor es tema de muchas aristas y rebabas filosas, como tratar de correr en arenas movedizas o encontrar abierta la segunda caja del Oxxo.
En general, considero, la vida es mejor con paciencia. No digo que yo la haya tenido siempre, más bien fui un desesperado, impaciente y apremiante a la hora de vivir. Pero ya que maduramos un poco, pensémoslo: todas nuestras relaciones son mejores con paciencia, que parece así ser la piedra filosofal de la existencia.
En nuestras relaciones ayuda bastante a no perder los estribos y a avanzar en acuerdos y buenas experiencias. Por ejemplo, como padre he aprendido a ser paciente con bastante exigencia. Creo, incluso, que de ahí viene mi mayor nivel alcanzado.
Como maestro que fui la paciencia era virtud elegida para poder ayudar a los estudiantes a avanzar hacia el conocimiento, a pesar de ellos mismos. No veo la docencia como un martirio, pero sí como un servicio (lo mismo que la literatura y el amor), para lo cual la paciencia es indispensable.
Con otros parientes (latosos, lejanos, intermitentes), bueno, creo que no hay que tener tanta paciencia, porque eliminar dichos vínculos es muchas veces lo más saludable. Sin embargo, con los buenos amigos (la tribu), la paciencia sí estará activa siempre, porque lo valen y es bueno para ellos.
Por último, la paciencia hacia mí mismo es uno de los mejores regalos que me he dado. Antes me recriminaba si no conseguía algo, me regañaba. Ahora, no es que me detenga o renuncie a hacer, pero me trato con más amor y me reorganizo.
Entonces, paciencia es amor. Punto.
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