Octubre es el mes preferido de los fanáticos del cine de horror, pues es la temporada perfecta para disfrutar de la penumbra y las noches frías en compañía de un buen filme.
En el cine existen cinco grandes monstruos clásicos: Drácula, El Hombre Lobo, el monstruo de Frankenstein, La Momia y El Hombre Invisible, los cuales marcaron el género y se convirtieron en figuras icónicas.
Con el tiempo surgieron nuevas efigies, se realizaron nuevas adaptaciones y el catálogo se amplió. Traídos desde la ultratumba, llegaron otros seres para causar estragos y noches de insomnio a los aficionados del cine de terror: los zombies.
Su origen se remonta a un Haití colonial y a la práctica del vudú. Según las creencias y el folclor, un hechicero resucitó a una persona, a la que esclavizó y privó de conciencia y libre albedrío, volviéndose una máquina obediente a un amo.
En la literatura se considera que el primer libro en llamar a estas criaturas zombies es la novela francesa Le Zombi du Grand Pérou, ou la comtesse de Cocagne, de Pierre-Corneille Blessebois, publicada por primera vez en 1697.
A su vez, en el cine tenemos a White Zombie (1932) como el primer filme del subgénero en la historia.
En esta película se mantiene el origen de estos seres como un instrumento de un hechicero que los controla y esclaviza para sus propios intereses, un mero siervo, lejos de lo que vemos en el cine con estas criaturas en la actualidad.
Durante esta etapa, dichos seres eran una herramienta más del villano, y no el villano en sí, siguiendo así durante varios años.
México no se quedó atrás en el uso de los zombies en el cine. A inicios de los 60 llegó el gran clásico del enmascarado de plata: El Santo contra los Zombies. Este luchador e ícono conocido por enfrentarse a las peores amenazas, aunque éstas fueran de carácter sobrenatural, fue pionero al combatir criaturas como los muertos vivientes mucho antes de que éstos se popularizaran.
La cinta, dirigida por Benito Alazraki, puso a nuestro país dentro de la extensa línea del tiempo de uno de los monstruos que poco a poco se apoderaría de las salas de cine y de la cultura popular del terror.
Relegados durante años a ser monstruos de serie B, pasaron a las grandes filas de la popularidad en 1968 de la mano de George A. Romero, conocido por reinventar y popularizar a los zombies, gracias al gran clásico La noche de los muertos vivientes.
Romero cambió por completo el subgénero, añadiendo elementos como el apocalipsis zombie y al fin estas criaturas no serían un simple peón, sino un adversario digno, una amenaza de la que no sería fácil escapar.
Así nació el conocido zombie moderno –aunque llamado ghoul en este filme–, de aquí surgieron varias de las “reglas” establecidas para el resto de las películas del subgénero: la transmisión por mordedura y su muerte a través de un golpe en la cabeza. Pronto se apoderaron del cine, videojuegos y hasta de la música, como en el famoso videoclip de “Thriller” de Michael Jackson.
Como todo en la vida y sobre todo en el cine, la sobreexplotación es una plaga cruel que se encarga de matar lo que alguna vez fue novedoso, y como pasó en otros géneros y subgéneros, la audiencia se cansó y sólo algunas películas fueron sobresalientes como El regreso de los muertos vivientes (1985).
Los 90 no fue la mejor época del cine zombie, pero en videojuegos seguían presentes gracias a la franquicia de Resident Evil. Los zombies necesitaron con urgencia un nuevo respiro de novedad; fue en este punto que con el nuevo milenio surgió una de las películas clasificadas como el renacer para el subgénero.
Si bien 28 días después no fue la primera película en la historia en mostrar a estas criaturas rápidas y más amenazantes en comparación con sus antecesoras, sí es considerada un estandarte para añadirle frescura y nuevos atributos a un subgénero que estaba muerto.
Más rápidos y letales, feroces y llenos de ira, los infectados de 28 días después comenzaron una nueva oleada para el cine. Es cierto y muchos sabemos que técnicamente los infectados de esta franquicia no son zombies en sí porque no están muertos, pero comparten características de estos seres.
Otras producciones como la serie The walking dead –una de las más vistas en la historia de la televisión por cable– impulsaron nuevamente a estos monstruos, siendo tema de conversión entre fanáticos y no fanáticos.
Los zombies también han desempeñado un papel en la crítica social, ya que pasaron de ser una crítica a la pérdida de la individualidad y la esclavitud, a la deshumanización y el consumismo, hasta una crítica a la vulnerabilidad de la sociedad ante conflictos grandes, y el egoísmo en tiempos más contemporáneos, porque ése ha sido el planteamiento que tomaron muchas de las producciones actuales, en las que los zombies son una amenaza que rompe con la tranquilidad. Pero el ser humano que sobrevive es una amenaza incluso más letal y cruel que los zombies mismos: un humano que es capaz de cometer actos atroces con tal de sobrevivir y ejercer un nuevo orden.
Adaptarse y atreverse a mostrar nuevos caminos puede derivar en un éxito o fracaso; sin embargo, en el arduo camino para mantenerse firmes dentro del terror, todo queda en morir o reinventarse, como este año lo ha planteado 28 años después y su esperado regreso, con infectados que son más que una simple horda: ahora se trata de una especie de tribu primitiva y violenta con roles como un alfa dentro de ella. Ya veremos si los zombies logran apoderarse nuevamente del terror.
