Sociedad

Ofrendas: aromas del pasado, colores del presente y sabores eternos


Lectura 2 - 4 minutos
En Yautepec, la comunidad participó en las diversas actividades organizadas por autoridades municipales por el Día de Muertos, como un concurso de ofrendas, para honrar la memoria de los fieles difuntos y como preservación de las tradiciones que identifican a los mexicanos.
En Yautepec, la comunidad participó en las diversas actividades organizadas por autoridades municipales por el Día de Muertos, como un concurso de ofrendas, para honrar la memoria de los fieles difuntos y como preservación de las tradiciones que identifican a los mexicanos.
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Ofrendas: aromas del pasado, colores del presente y sabores eternos

En Yautepec, la comunidad participó en las diversas actividades organizadas por autoridades municipales por el Día de Muertos, como un concurso de ofrendas, para honrar la memoria de los fieles difuntos y como preservación de las tradiciones que identifican a los mexicanos.
Fotógraf@/ JULIETA QUIROZ DELGADO
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Durante estos días, las calles y los hogares se tiñen de bellos colores; el color naranja predomina y salta a la vista cautivando a cualquiera: un color profundo, similar al de un atardecer que destella y resalta en los altares.

Los recuerdos que habitan la mente y alimentan el alma se hacen presentes en la memoria y se plasman con amor.

Los altares del Día de Muertos nos evocan a distintos sentimientos y recuerdos, como el de la infancia en casa de la abuela para ayudar a colocar cada elemento de la ofrenda y realizar la labor favorita de todas –después de disfrutar del pan de muerto, claro–: hacer el camino con las flores.

Se trata de recuerdos llenos de nostalgia en los que cada pétalo desprendido del cempasúchil impregna con su olor las manos, un aroma profundo e inconfundible que traza su camino desde la yema de los dedos hasta la nariz.

Es un ritual que une a las familias; las ofrendas en Día de Muertos nos reúnen de manera simbólica con aquellos que ya no están físicamente entre nosotros.

Entre colores, sabores y olores, los mexicanos celebramos a nuestros muertos y no sólo en los hogares se vive está tradición: la observamos en las calles, en las plazas cívicas, en las escuelas y en los panteones.

La herencia cultural de nuestra nación es rica en historia. Nació de la convergencia de dos culturas disonantes que en la superficie eran distintas, pero que se fusionaron para crear algo único y maravilloso. De las tradiciones católicas y prehispánicas y su mezcla surgieron celebraciones como la del Día de Muertos.

La muerte es algo que está presente siempre, el fin de un ciclo que tarde o temprano llegará. Para las culturas mesoamericanas como la mexica, la muerte no era únicamente un fin, sino el inicio de un viaje complejo y lleno de obstáculos para llegar al Mictlán, el Reino de los Muertos.

La influencia europea fue también parte importante para el nacimiento del Día de Muertos: las creencias de la fe católica y las celebraciones del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos fueron la base para la fusión que culminó en una tradición que sigue cautivando y asombrando al mundo entero cada vez con más fuerza.

Para honrar a nuestros muertos, y como parte de todo este ritual, las ofrendas son uno de los elementos más característicos y principales durante la celebración. Las hay de distintas formas y colores; grandes, chicas, a veces sobre una mesa y un mantel, de distintos pisos o con huacales, sobre petate e incluso colgantes, cada una tan especial y con mucho significado.

A pesar de que algunos elementos pueden variar, se comparten algunos que son esenciales: sal para purificar, agua para mitigar la sed de las ánimas tras el largo viaje del retorno, la luz de las velas y veladoras, copal o incienso para limpiar el sitio, las flores para decorar y guiar su camino y el pan de muerto. Además de otros elementos como la comida y bebida favorita del difunto, típicas calaveritas de azúcar, papel picado, frutas y fotografías.

Estamos en fechas para recordar, para celebrar la vida y honrar la muerte; el Día de Muertos es símbolo de nuestra cultura, de nuestro lazo inquebrantable con nuestros muertos, porque nunca se les olvida, se les lleva presente en los recuerdos de las vivencias compartidas.

Hoy los recordamos ya no desde el dolor sino desde el amor; los veneramos y homenajeamos y, con colores, los festejamos.

 

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Julieta Quiroz Delgado

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