Sin duda, es un momento triste para la industria automotriz no solo en Morelos, sino de México, y es que el pasado martes, Nissan anunció el cierre de su planta ubicada en CIVAC (Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca) después de 59 años de operación, derivado de una crisis por la que está transitando la empresa nipona que busca reestructurarse, pasando de 17 a 10 fábricas situadas en el país, por lo que la producción efectuada en Morelos se trasladaría para Aguascalientes, al tener dicha planta mayor capacidad tecnológica en producción y, por ende, para reducir costos.
Hay que tener presente que la industria automotriz en México es de gran relevancia para la economía nacional, aportando el 4% del Producto Interno Bruto (PIB); no obstante, la política arancelaria de Donald Trump está afectando dicha industria en nuestro país, ya que el presidente estadounidense busca a toda costa que regresen las industrias a producir en territorio norteamericano, generando medidas que elevan los costos de producción de plantas en países como el nuestro a pesar de que haya acuerdos comerciales, en donde no solamente Nissan está realizando ajustes para evitar los aranceles, sino otras compañías como Stallantis, Apple, Walmart e, inclusive, el propio PEMEX.
No solo se trata, en el caso de Nissan CIVAC, de una planta más, sino de todo un emblema para esta industria en nuestro país, al ser la primera a nivel mundial en instalarse fuera de Japón, significando todo un hito tanto para la empresa como para esta rama de la economía. Fue el 12 de mayo de 1966 cuando se abrieron las instalaciones de Nissan en CIVAC, dando pauta al desarrollo en México de la manufactura automotriz, que se ha configurado en uno de los puntos medulares para el crecimiento económico no solo de ciudades o regiones, sino de países. Y en esta lógica económica, México se ha convertido en un referente para la producción de automóviles y, por ende, de exportación, pero hay que precisar que esto puede ser engañoso, ¿en qué sentido? en que llegan empresas trasnacionales para instalarse en suelo mexicano por las condiciones laborales que generan producción a bajos costos, pero al final, se trata de marcas automotrices extranjeras: Audi, BMW, Mercedes Benz y Volkswagen tienen sus raíces en Alemania; Ford y General Motors proceden de Estados Unidos; Honda, Toyota y Nissan surgen en Japón. Como se puede ver, son marcas de países desarrollados o del primer mundo, como también se les identificaba, pero además hay en suelo azteca otras marcas de países que económicamente han crecido considerablemente en las últimas décadas, como JAC, de China, y Kia, de Corea del Sur. Entonces, para que un país no solo tenga crecimiento económico, sino también desarrollo económico, que son dos conceptos diferenciados, en este mundo globalizado donde impera el modelo económico capitalista, es necesario que produzca sus propios automóviles, situación que en México no hay, siendo solo un país de manufactura automotriz, pero sin una marca propia. Claro, no es sencillo, pero los gobiernos mexicanos no solo deben pensar en atraer inversión extranjera para generar empleos, sino también fomentar el emprendimiento para los propios mexicanos y que puedan crear empresas nacionales y no solo enfocarse en la prestación de servicios, sino en producir bienes.
La planta de Nissan CIVAC genera un flujo económico importante, creando más de 3 mil empleos directos y 4 mil indirectos, por lo que la derrama económica de la zona es medular (más de mil 500 millones de pesos), pero ahora, con este anuncio, no solo los propios trabajadores (operativos, ingenieros, administrativos) quedan en la incertidumbre, sino también proveedores, transportistas, comercios y servicios que giraban en torno a la actividad industrial de la planta. Se habla que habrá reubicaciones para algunos trabajadores que quieran trasladarse para Aguascalientes, y aquellos que así lo hagan, muy bien por ellos, porque seguirán llevando el sustento a sus familias, sin embargo, el golpe para la economía morelense seguirá, por lo que se trata de un tópico que debe atender no solo el gobierno estatal, sino también el federal, pues esto, como se dijo líneas arriba, es un efecto de la política arancelaria de Trump, que a pesar de que haya “acuerdos comerciales” con México, lo cierto es que hay efectos nocivos para la economía nacional al centrarse la dinámica comercial con el país del norte, lo que dará pauta a la economía informal, por lo que deben impulsarse acuerdos con otros países para no poner todos los huevos en la misma canasta y dejar de estar sufriendo en cómo retener empresas que exportan al mercado estadounidense.
La situación en Morelos es clara: el estado ha dependido durante mucho tiempo de pocos sectores: el turismo, el comercio y algunas industrias manufactureras. Esto hace que cualquier crisis en uno de estos ámbitos afecte a toda la economía. El cierre de Nissan evidencia la fragilidad de un modelo que no ha apostado lo suficiente por la diversificación productiva, pero ante toda crisis, representa una nueva oportunidad de replantear las cosas para poder mejorar.
La pregunta que hoy resuena en Morelos es: ¿qué viene después? El cierre de Nissan es inminente, claro está, siendo una señal de alerta sobre la necesidad de replantear el modelo económico no sólo de Morelos, sino de todo el país, y diseñar políticas públicas que protejan a los trabajadores, fomenten nuevas inversiones y diversifiquen las fuentes de ingreso.
Para que la economía esté blindada ante este tipo de situaciones, se deben visualizar políticas públicas verdaderas y no programas gubernamentales sexenales, que se enfoquen en las pequeñas empresas como la columna vertebral de la economía, y no depender tanto de inversiones extranjeras, que si bien es cierto generan empleos, son de subordinación. Y para ello se necesitan programas de financiamiento accesible, asesoría empresarial y apoyo a la digitalización, que pueden ayudar a que los emprendedores generen trabajo y fortalezcan la economía interna, pero además garantizar seguridad pública. Morelos y México tienen mucho potencial para crecer económicamente, es cuestión de que la política educativa genere líderes y emprendedores y no solo ciudadanos para una vida monótona. El país no solo es esperanza, sino tierra de oportunidades.
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