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Obsesiones. Listas


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Es obsesión aquello que puebla nuestra mente, nuestro recuerdo e imaginación, además de que impulsa nuestros actos, no siempre racionales. La academia define así: “Del lat. obsessio, -ōnis 'asedio'. 1. Perturbación anímica producida por una idea fija. y 2. Idea fija o recurrente que condiciona una determinada actitud”. Sinónimos (no perfectos): manía, neura, demonio, fijación, fobia, droga, barrenillo, cacalota, onda, patín.

¿Te obsesiona algo? A mí sí, no una cosa, varias. Con los años he perdido obsesiones, quizás la mayoría, pero conservo algunas y he adquirido otras. Obsesión es un pensamiento (uno a la vez o en conjunto) que viene pero no se va, que insiste con frecuencia, que no me abandona rápido y que tiene consecuencias de diferentes tipos.

Ignoro si la pulsión que nos lleva a una obsesión pueda ser analizada con base en un juicio moral, sin embargo, estoy convencido de que todos tenemos obsesiones, más o menos, reprimidas o libre, creativas o destructivas. Piénsalo, ¿cuáles son las tuyas?

Hay obsesiones de diferentes naturalezas, desde pueriles (coleccionar juguetes), dañinas (como la limpieza), familiares (apego), religiosas (dogmas), sexuales (parafilias), de odios (neurosis), de estudio (erudición), por cosas (fetiches), hacia personas (dependencia), por la comida (gusto), el ejercicio (vigorexia), la política (res publica), el arte (sibaritas)…

La lista es vasta, lo anterior son ejemplos de obsesiones o sus tipos. La obsesión no se va pronto, permanece por un lapso importante: meses, años, décadas, una vida. Yo tengo obsesiones desde mis más remotos recuerdos y algunas otras que nacieron apenas este año. Todas viven en mí.

Si algo llega a tu mente y genera interés, pero lo enfocas en algo, accionas y pasa, quizás no es obsesión, puede ser gusto, manía, oficio, obediencia u ocio. Es obsesión cuando casi puedes palpar las imágenes que se proyectan en tus pensamientos. Es obsesión cuando te lleva a realizar acciones con cierto ímpetu, método o riesgo, con el fin de conseguirlo y a veces sin medir las consecuencias.

Es obsesión cuando, además de las ideas, las acciones y las consecuencias te causa cierto placer entregarte a ellas. Ejemplo: algunos infantes se enajenan con los videojuegos, no pueden dejar de hacerlo, quieren volver a la consola siempre, desean estar en aquel mundo de fantasía y gozan al jugar durante horas.

No es crítica, sino descripción, y puede darse en otros ámbitos. Cuando te enamoras como buen mexicano, o sea, a lo tarugo, a lo bestia, te obsesionas con otra persona, con su olor, su voz, sus modos, su cuerpo, sus mañas, sus episodios escatológicos y hasta con sus tonterías. ¿Te ha pasado? Seguro que sí.

Podemos dedicarnos a un asunto que nos haga bien, como los hábitos saludables, el yoga, los pilates y hasta la meditación, pero se convierte en obsesión (en un grado negativo ya) cuando no podemos sacarlo de la mente ni dejar de hacerlo o porque sacrificamos otras actividades indispensables por eso. El consumo de drogas puede ser visto como una obsesión, ya sea por la sustancia y sus efectos o por las causas de la adicción.

Existe el opuesto: obsesiones que, cuando menos a la vista, parecen positivas, como la obsesión por el trabajo, por un oficio, por un arte (como la literatura); en cada caso habría que preguntarse si en realidad es óptimo en el grado en que se da.

Incluso hay obsesiones inocuas: bibliofilia, numismática, filatelia, enología, barismo, golf, bachata, paisajismo, entre otros. Esto es solo una opinión, quizás sí son dañinas para la mente y el cuerpo humano.

Una de mis obsesiones —la primera de la que hablaré en esta serie— es hacer listas. Lo hago todo el tiempo, en cualquier actividad: ir al súper, hacer acuerdos, editar, organizar eventos, paternar, escribir, hacer columnas o nomás porque sí. Listas por doquier, todo el tiempo. Hasta sueño con ellas.

Hacer listas es una de las cosas más exquisitas y deleitables de la vida, aunque también resulta harto útil, porque aquello que se pone en un papel —en listado, una palabra o frase debajo de otra, para recordarlo que hay que hacer, lo que se quiere o sueña— se planea mejor. Como es mi obsesión, no diré nada malo de ella por ahora.

Hacer listas es una obsesión: las hago todo el tiempo y dejo de hacerlas porque lo disfruto y me sirve. ¿Cuál es tu principal obsesión? La próxima te cuento más de mis obsesiones.

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Daniel Zetina

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