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Heridas de la infancia


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Todos tenemos alguna herida de la infancia. Si crees que no la tienes, quizás estés en negación, revisa tu historial, podrías sanar y vivir con más tranquilidad. Para mí, este camino llamado vida tiene el propósito de aprender y sanar. Negar el dolor no ayuda para mejorar. Confrontarnos con nuestras sombras es doloroso, pero el resultado puede ser muy bueno.

Hay cinco heridas de la infancia: rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia. Algunos las tienen todas (como yo) y otros solo tienen una o dos. De cualquier forma, tratarlas ayuda a comprendernos y ser mejores personas. No como por arte de magia, pero sí ayuda bastante.

Te cuento mi experiencia. El rechazo lo sentí al no sentirme aceptado, querido, integrado por mis padres y mi familia. Eso duele. Me volví perfeccionista y complaciente en mis relaciones, o sea, desequilibrado entre dar y recibir, por mi necesidad de sentirme parte de una familia.

El abandono lo viví cuando me hicieron a un lado, me dejaban encargado o solo, sin compañía ni apoyo. Recuerda que yo era un niño. Eso me dejó un sentido de soledad extrema. Fue complicado sanar esa parte, pues no podía estar solo, me sentía mal, ansioso y a veces hacía tonterías para tener compañía.

La humillación es una acción más directa de padres o cuidadores (las anteriores son más omisiones). Recibí muchas humillaciones de niño, tanto con palabras ofensivas hacia mí o en conjunto con mis hermanos, también con pequeñas acciones denigrantes. De las peores fueron ser comparado con otras personas y ser regañado en la calle. En mí esto produjo dificultad para disfrutar en familia y para vivir en calma. Siempre estaba alerta.

La herida de traición la viví con mis padres cuando prefirieron a otras personas por encima de mí. También cuando fueron deshonestos o mintieron sobre algo que harían y no hicieron. Con el tiempo me volví controlador, quería que nada se saliera del guion, por fortuna ya no soy así. También cayó sobre mí un aire de pesimismo, de que hiciera lo que fuera nunca lograría mis metas.

La injusticia la padecí mediante una crianza cruel, dura, con reglas torcidas e incongruencia. Como niño fui llevado a un estadio de total frustración, porque yo pensaba, no sé por qué, que ellos debieron ser buenos padres. En algún sentido, especialmente en mi fuero interno, me volví duro hacia mí. Tuve que trabajar de nuevo en mi ternura y en mi control personal para ser menos más suave conmigo.

Lo anterior fue mi realidad, aunque mucho de ella es percepción, o interpretación derivada de otros factores, como mi personalidad, mi carácter, mi contexto amplio y mis genes. No es un modelo, solo es mi testimonio.

Mi infancia fue difícil, como pudo ser la tuya. Sufrí maltrato, abandono y otras acciones en contra de mí de parte de los adultos, que me hirieron. Ahora he sanado y asumo, como lo dijera Santiago Ramírez, que infancia no es destino.

Soy el arquitecto de mi propio destino y decido mi presente con mis propios principios y anhelos. Sanar no fue fácil ni barato, requirió de mi más grande esfuerzo, lecturas, terapias, dedicación y más dolores, pero valió la pena.

¿Entonces por qué hablo de esto? Porque ocurrió, no lo voy a negar, fue parte de mi formación como ser humano. Además, podría ayudarte para hablar del tema, que sigue siendo un tabú. Callarnos no nos ayuda en nada.

Por fortuna trabajé mis heridas, con lo que conseguí aprendizajes y más valor para vivir, no me quedé llorando con mis heridas en un rincón. Hoy mi éxito y estabilidad dependen de mí y de mis propios conceptos. Dejo las ideas limitantes o erróneas de mis antecesores, porque son de ellos, no mías, y más que ayudarme me limitaron antes.

Las heridas son maestras que dan lecciones. Metafóricamente, uno puede aprobar o repetir el curso, por eso lo mejor es enfrentarlas, curarlas, aprender y luego dejarlas. Este es mi texto de despedida de las heridas, para continuar hacia una vida libre. Tengo derecho a ello, tú también. Próximamente hablaré de las diferentes opciones de terapia que utilicé para sanar. Gracias.

Aún puedes inscribirte a mis talleres: a) Escribe ya tu libro y publícalo (martes) y b) Novela contemporánea (miércoles): Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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Daniel Zetina

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