Sociedad

Los libros a debate


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Los libros a debate


Los libros a debate
Fotógraf@/ TOMADA DE LA WEB
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Como país, tenemos la oportunidad (nuevamente) de entrar en un debate sano, propositivo, argumentado, respetuoso e informado; pero (como siempre) no lo haremos con dicha altura. No. Volveremos a pelearnos como viejos verduleros en el mercado de la malsana insatisfacción y la violencia analfabeta.

No criticaré una clase específica, no te ofendas, mi discriminado favorito, sino a todas. Va parejo, como mango de primera. Ojalá me sumara a una postura específica; no, simplemente seguiré el curso de los acontecimientos, tampoco voy a dar clases de decencia. Va mi postura, frente a los diferentes actores en torno a los libros gratuitos de texto 2023-2024:

Maestros: Sé que trabajan al límite de sus frustraciones, bajo condiciones laborales adversas y hasta perversas. En general, pienso que deben dejarlos hacer y no meterse con ustedes, pero sabemos que muchos docentes no rebuznan porque no se aprenden la tonada y de libros saben menos que de vocación, así que es ambiguo: para los buenos profes, mis respetos, comparto su dolor; para los profes cavernícolas, ojalá se larguen pronto de las aulas.

Papás: Sumidos en su doméstica y consumista ignorancia, nada saben de los libros que parecen gratis (a cambio de sus pocos impuestos), ni del sistema escolar que tampoco no comprenden. Decía mi abuela: “la gente habla porque tiene boca”. No he escuchado un argumento interesante de esa raza indígena llamada papitos / mamitas.

Escuelas públicas: Siempre en deuda con la sociedad, siempre esperando que se cubran las deudas con ellas, reciben los libros, administran su suministro y poco hacen más que seguir indicaciones, no pueden y muchas veces no quieren hacer más.

Escuelas particulares: En vez de ejercer el derecho a la libre expresión responsable (art. 6 y 7 constitucionales), relegarán los nuevos libros a una bodega, donde los ratones comerán lo que puedan, antes de morir por plomo; acaso se burlarán de que son libros del gobierno comunista y pasarán página.

Instituciones de educación: Haciendo proselitismo, metidos en líos políticos y demás tarugadas, poco o nada saben de los libros que se hicieron, pero los ampararán a ciegas, claro.

Sindicatos: Defensores de machismo, acoso e injusticias, ignoran todo sobre libros, lectura, educación y decencia; apenas saben leer los líderes charros, desde su ufanado y mediocre poder.

Medios: Haciendo leña del árbol caído, buscarán titulares mientras los libros estén calientes, luego volverán a La Casa de los Famosos.

Estudiantes: No saben de qué va el tema, es normal, están aprendiendo, pero tampoco recibirán la atención adecuada. Algunos odiarán los libros y otros los defenderán sin saber por qué; quedará como una anécdota en su deforme formación académica.

Editores de los libros: Pobres de ustedes, nadie sabe cómo hacen su trabajo, pero los quieren colgar de un palo. Les ofrezco mi insulsa solidaridad gremial.

Gobierno Federal: ¿Todavía hay quien opina que el gobierno debe hacer libros? Es cuanto, su señoría, no más preguntas.

En la calle (las redes) el mexicano grita una vez más, informe y deformado, buscando la atención que no le dieron sus padres ni su maestra, anhelando la aceptación y hasta el reconocimiento intelectual que no merece, con críticas banales sobre libros que no tiene, no entiende ni sabe por qué existen.

Hay que leer, analizar cualquier libro con un enfoque crítico, por supuesto, pero para eso hacen falta varias cosas: tiempo, inteligencia y prudencia, todo lo cuanto sigue extraviado en nuestro chismoso y metiche ciudadano criticón común (Civic cimex metichtl communis).; porque la gente común no opina a lo loco, ¿verdad, querido lector?

Pero no me engaño, en mi México loco no se privilegia la inteligencia ni la conciliación, sino el pleito, los dimes y diretes, el bochinche, el altercado, los bulos y los boñigos mediáticos. Triste destino del país, miserable desatino oportunista. Los libros de marras, mirando desde los estantes, ya no esperan que los lean, nomás que los dejen en paz, hasta llenarse de hongos y olvido.

Parece que nadie se salva de la lava a mansalva de la maledicencia criticona y pusilánime de la estulticia. Caray, no aprendemos ni lo haremos jamás. Tan fácil como decir: “A ver, veamos, dialoguemos, hablemos, comparemos puntos de vista, analicemos, seamos pacientes y aprovechemos la oportunidad para aprender, avanzar”, pero no, ¿eso qué? Ni que sirviera de algo. Gracias.

#danielzetinaescritor #unescritorenproblemas #librosdetexto2023

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Daniel Zetina

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