La astrónoma y divulgadora de la ciencia rompió barreras para alcanzar sus sueños.
Desde muy joven, Julieta Fierro Gossman (1948-2025) fue una rebelde y feminista de su época. No luchó contra el sistema, sino contra su padre para ganarse el derecho a estudiar una carrera.
No sólo llegó al posgrado y se convirtió en astrónoma de la UNAM, sino también se transformó en una de las divulgadoras de la ciencia más reconocidas que inspiró a muchas generaciones. A pesar de su fama, en lo personal era una mujer humilde, cálida y de gran corazón.
La divulgación de la ciencia era su pasión. Siempre que alguien le preguntaba por un tema le brillaban los ojos, se emocionaba, pensaba unos segundos cómo explicarlo y al final lo hacía de la forma más accesible.
No importaba el tópico, tenía la habilidad de convertir las ideas más complejas en lo más sencillo. Desde el equinoccio, los agujeros negros, la materia y energía oscura, la velocidad de la luz, el campo magnético de la Tierra, la expansión del Universo, hasta la unificación de la física, y muchos temas más, siempre explicaba de forma didáctica, incluso usaba diferentes objetos para hablar de la astronomía: globos, ligas, planetas creados con bolas de unicel, palitos de madera, cualquier objeto servía. Lo importante era que todos entendieran, desde los más pequeños hasta los adultos.
En cada presentación o conferencia llevaba libros de su autoría para obsequiar y al final regalaba chocolates acompañados de una frase: “La ciencia es dulce”.
MUJER DEDICADA
Era incansable y muy dedicada. Todos los días se levantaba muy temprano y desde las 7 de la mañana con una taza de café en la mano revisaba su correo.
Así recibió la noticia de que fue elegida como miembro honoraria de la Academia Estadunidense de Artes y Ciencias. Al respecto, dijo: “Fue una sorpresa mayúscula, porque no sabía que estaba nominada para tal distinción”.
Únicamente 14 mexicanos han tenido ese privilegio, entre ellos José Sarukhán Kermez y Marcos Moshinsky, además de personalidades de renombre mundial como Albert Einstein y Charles Darwin.
Su pasión la llevó a escribir varios libros de divulgación científica y a ganar diferentes premios y reconocimientos. Por ejemplo, en 2021 recibió la Medalla al Mérito en Ciencias Ing. Mario Molina, otorgada por el Congreso de la Ciudad de México.
Recordó que conoció a Mario Molina cuando le acababan de otorgar el Nobel. En aquel entonces ella tenía un programa de radio y logró entrevistarlo. Él se moría del susto, pero su esposa salió al rescate y lo apoyó para que todo saliera bien.
Fierro Gossman lo recordaba con cariño porque en 2009 juntos recibieron un doctorado honoris causa otorgado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Ese día, al finalizar su discurso, dijo: “Quisiera regalarles a todos una galaxia, pero como no puedo, les traigo una lluvia de estrellas”. Al momento, sacó de una bolsa de tela unos chocolates Kisses que lanzó al público.
Su fama trascendió fronteras y varias veces dictó conferencias en otros países. En particular, recordó cuando fue a un país del Medio Oriente; le dolió ver que las niñas estaban tapadas desde los pies hasta la cabeza y no eran libres.
Su incansable energía la llevó a ser titular de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM de 2000 a 2004. Incluso una luciérnaga lleva su nombre.
UNA GRAN HISTORIA
De joven destacó por una personalidad poco convencional. En la escuela era malísima en todas las materias, menos para las matemáticas, e incluso sacó mención honorífica en esa área.
Su madre murió cuando ella tenía 13 años, y su papá quería que Julieta y su hermana mayor se quedaran en casa para cuidar a sus dos hermanos menores.
Sin embargo, él la dejó realizar el examen para ingresar a la UNAM; pensó que era muy “tontita” y no se iba a quedar. Se llevó una gran sorpresa al saber que logró entrar; aun así, no la dejaba estudiar.
Julieta siempre recordaba que en ese momento le entró una rebeldía tremenda y huyó de su casa para vivir con su madrina y poder cursar la carrera de Física.
Curiosamente ella quería estudiar matemáticas, pero su hermana mayor le dijo: “Éres muy tontita para dedicarte a eso, mejor estudia algo más fácil, como la física”. La joven Julieta la veía como su mamá, así que le hizo caso y se fue por ese camino.
Un día, caminaba por los pasillos de la Facultad de Ciencias y encontró un cartel que hablaba sobre una carrera de Astronomía, y recordó las ilustraciones de las estrellas y constelaciones en las enciclopedias de su casa. Le encantó la idea de seguir ese camino.
Sin embargo, siempre contaba que la información del cartel estaba errada porque tal carrera no existía, tenía que estudiar el posgrado para ser astrónoma.
SUS SUEÑOS
De niña quería ser mamá de 12 niños, cirquera e incluso hada. Ninguna de las tres se cumplió, pero logró otros sueños, como conocer a su heroína, Valentina Tereshkova, la astronauta rusa.
Cuando fue estudiante, tuvo la suerte de que Yuri Gagarin y Valentina vinieron a México en una gira. Ella fue a verlos y le firmaron su libro de física de la escuela.
Era un recuerdo que la hacía muy feliz porque una de sus fantasías frustradas fue que no pudo ser astronauta. Sin embargo, contaba que en un evento de Barbie, en su honor hicieron una muñeca de edición especial llamada la astronauta Julieta Fierro Gossman.
En ese momento, Julieta sintió que de alguna forma realizó su sueño. Salió muy contenta con su muñeca, pero un amigo le dijo que le encantaba y ella con un gran corazón se la regaló.
EL PRIMER ACERCAMIENTO
Julieta Fierro Gossman otorgó gustosa varias entrevistas para la Dirección General de Comunicación Social y accedía a explicar todo tipo de temas relacionados con la astronomía.
La primera vez que la vi me pareció una de las investigadoras más encantadoras de las que había entrevistado. La charla fue sobre extraterrestres, y su forma de pensar fue muy abierta. No aceptó la existencia de estos seres, pero tampoco la negó rotundamente.
Desde ese día, siempre que le pedía un tema estaba dispuesta a charlar y divulgar la ciencia, no importaba si era para ese mismo momento. Contó varias anécdotas para la UNAM, entre ellas cuando conoció a Carl Sagan en un congreso de astrónomos.
Tuvo la suerte de sentarse a su lado y le dijo que le iba a tomar muchas de sus ideas que usaba para divulgar la ciencia. Carl Sagan le respondió que podía tomar todo lo que quisiera. “Fue muy lindo y amable”, contaba.
Por la UNAM fue invitada para estar en vivo en el canal de las redes de UNAM Global, charló sobre varios temas de astronomía y el video tuvo gran éxito.
Varias alumnas que entrevisté contaron que estudiaron física al ser inspiradas por Julieta Fierro y querían ser como ella. A donde quiera que iba causaba sensación, la gente la seguía como una rock star.
UNA TESIS DE SUERTE
Cuando realicé mi tesis para la maestría en divulgación de la ciencia tuve la idea de pedirle que fuera mi sinodal. No sabía si aceptaría, pero me dije que no perdía nada con preguntarle.
Durante la pandemia, al final de una entrevista en línea, le pregunté con toda la pena si quería ser mi sinodal. Me asombré con su respuesta positiva.
En cuanto pude le mandé mi tesis y ella fue muy dedicada. Cada día, a las 7 y pico de la mañana me mandaba avances sobre la revisión; pero no sólo eso, sino que enriqueció mi texto con más información. Claro, sus palabras se las adjudiqué a ella.
En cada párrafo fue muy detallada y al mismo tiempo amable. Siempre comenzaba la frase con “Querida...” y terminaba explicando el ajuste.
Al llegar el examen (que también fue en línea debido a la pandemia), yo estaba muy nerviosa, pero ella se veía feliz, algo que me dio confianza.
Resultó ser la presidenta del examen y fue un honor; guió con cariño y emoción todo el proceso y al final recibí mención honorífica. Cuando le cuento a las personas que fue mi sinodal, me preguntan: “¿Cómo le hiciste?”.
Fui muy afortunada porque a pesar de que ella fue una celebridad, se dio el tiempo para formar parte de mi jurado. Fue una gran amiga.
Cuando recibió el Premio Crónica tuvo el gesto de invitarme a la ceremonia. Yo estaba afuera esperando que iniciara el acto y la vi llegar.
Muchas personas se abalanzaron sobre ella, le pedían fotos y autógrafos, y en cuanto pudo salió de en medio de la multitud y se acercó hacia mí para saludarme. Fue un gran gesto que hasta la fecha le agradezco.
Julieta Fierro Gossman se fue como las grandes. Todos sus seguidores y amantes de la ciencia la recordaremos con cariño. Ahora es polvo de estrellas.
La científica es recordada con gran cariño por alumnos y compañeros.