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El Día de la Independencia: ¿fiesta o momento de reflexión como mexicanos?


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El Día de la Independencia: ¿fiesta o momento de reflexión como mexicanos?
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Sin duda, como mexicanos, la fecha más importante es el 16 de septiembre, donde conmemoramos el inicio del Movimiento de Independencia efectuado por Miguel Hidalgo en 1810. Una vez consumada la independencia, el 27 de septiembre de 1821 (un día que también deberíamos tener presente, pero que ha pasado al olvido), México tuvo vaivenes para lograr sentar bases sólidas como Estado (organización política soberana) hasta la instauración de la República, con Benito Juárez, y posteriormente con Porfirio Díaz, quien da orden político al país, todo esto en el siglo XIX; y ya para el siglo XX se reconfigura el país con la Revolución Mexicana, cimentando las estructuras del México que conocemos ahora.

En esta sintonía, el México contemporáneo se viste de verde, blanco y rojo la noche del 15 de septiembre. Las plazas se llenan de luces, la pólvora estalla en el aire, el tequila recorre las gargantas y en el balcón presidencial se repite un ritual que, como eco de siglos, pareciera mantenernos unidos. Pero, ¿qué celebramos realmente? ¿La independencia de un país que aún no logra ser independiente de sus propios fantasmas? ¿O solo una excusa para olvidar, aunque sea por una noche, las heridas abiertas por la inseguridad, la pobreza y la corrupción?

No se trata de negar la fiesta —la identidad también se forja en la alegría—, pero sí de preguntarnos si esta fecha no debería ser también un espejo reflexivo. Nos saltan las siguientes preguntas: ¿somos libres cuando las calles pertenecen más al crimen organizado que a los ciudadanos? ¿qué significa independencia en un país donde la inseguridad nos roba la paz, nos arrebata la confianza y nos mutila los sueños? Es cierto, la libertad política se alcanzó en 1821, pero, ¿y la libertad interior, la que da dignidad y justicia, acaso seguimos esperándola?

México tiene de todo para ser esa gran potencia que esperamos, pero entonces, ¿por qué no hemos llegado a ese famoso quinto partido en una analogía futbolística?, ¿acaso será porque México fue un país mal fundado? Al respecto, la historia nos cuenta que el Grito de Dolores ocurrió el 16 de septiembre de 1810, aunque el levantamiento estaba planeado para el 2 de octubre. La fecha se adelantó por una conspiración descubierta. Nada extraño en la historia: las revoluciones rara vez se ajustan al calendario. Pero algunos masones han sostenido que ese desfase marcó un “mal nacimiento” del país, un error fundacional que nos condenó a no alcanzar la grandeza que podríamos tener. ¿Es superstición o metáfora? Quizá ambas cosas. Lo cierto es que México nació en medio del apremio, de la improvisación y de la fractura, y dos siglos después seguimos repitiendo el mismo patrón, pero se cuenta con todo para lograr lo soñado, de eso estamos seguros, porque México es grande, ¡seremos grandes!

México cuenta con muchas cosas positivas, claro está, no obstante, actualmente hay problemas que nos dividen, como la noche divide al día. La inseguridad es solo uno de los muchos barrotes de esta cárcel invisible. La corrupción, la desigualdad, el racismo, el abandono educativo o la falta de oportunidades, todos ellos son grilletes que —aunque invisibles— pesan más que las cadenas coloniales. ¿De qué sirve gritar “¡viva México!”, si no hemos aprendido a vivir como comunidad? ¿No deberíamos aprovechar este día, más que para beber y cantar, para preguntarnos qué país estamos construyendo y qué país estamos dispuestos a dejarle a quienes vienen detrás?

A pesar de todas las problemáticas, México tiene un potencial que ninguna bala ni ningún fraude han logrado sepultar. Está en la fuerza de muchos de sus mexicanos, en la resistencia de sus pueblos originarios, en la creatividad de sus artistas, en la nobleza de su gente trabajadora. Entonces, ¿qué nos falta para unirnos?, ¿qué nos impide dejar de lado las diferencias para luchar por un mismo proyecto de nación? Posiblemente, la verdadera independencia no esté en el pasado, ni en el grito, ni en los héroes. Es factible que la independencia esté en el futuro (un futuro incierto pero cercano), y todavía la tengamos pendiente. Por ende, es impostergable dejar el cambio para los políticos, debe nacer de los propios ciudadanos, trabajar por un México más justo, equitativo y con más sensibilidad social, porque ¡oh Patria querida, un soldado en cada hijo te dio!

 

Facebook: Juan Carlos Jaimes

X: @jcarlosjaimes

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Juan Carlos Jaimes

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