El próximo 1 de septiembre de 2025 marca no solo el inicio del ciclo escolar 2025‑2026 en México, con 185 días de clases según el calendario oficial de la SEP, sino también el arranque de una nueva etapa para la educación: hacer frente al rezago educativo que ha estado siempre presente, pero ahora acompañado de la Inteligencia Artificial, que se ha convertido en un instrumento que puede tener una doble vertiente: una herramienta para avanzar o para retroceder en el desempeño académico. Y para ello, la preparación docente con uso de las nuevas tecnologías digitales será clave.
En esta vertiente de la era digital y la posmodernidad, los maestros enfrentan grupos cada vez más heterogéneos. Tienen frente a ellos no sólo a estudiantes con diferentes niveles de conocimiento, sino con historias de abandono, violencia o crisis emocional. Y aunque la Nueva Escuela Mexicana no solo promete equidad y humanismo, sino una verdadera reforma a la educación en el país, lo cierto es que —en muchos casos— se sigue enseñando con tizas rotas, baños sin agua y aulas sin luz, ventilación e internet. Entonces, ¿cómo se construye un modelo de educación del siglo XXI con la era digital si la infraestructura aún está estancada en el siglo pasado?
La educación en México —al ser una materia concurrente— genera desequilibrios en el sistema educativo, especialmente a nivel de educación básica. Este es un gran ejemplo de las contradicciones del federalismo mexicano, en donde el gobierno federal controla a las entidades federativas con el tema del presupuesto, pero les delega las penurias del día a día. Y en el caso de Morelos, con los avances tecnologicos cada vez más rápidos, podemos decir que el problema educativo girará en tres ejes:
*Infraestructura digital desigual: Escuelas rurales sin conectividad ni equipos adecuados seguirán marginadas si no hay inversión directa y focalizada por parte del gobierno.
*Formación docente esencial: No se trata solo de tecnología, sino de estrategias pedagógicas que la integren con visión crítica y humanista y que los maestros la sepan aplicar de una manera institucional y no solo en un ámbito individual.
*Ética y protección de datos: El uso de IA se debe armonizar con marcos éticos globales y nacionales, preservando la privacidad de estudiantes, y —sobre todo— que se aplique con un enfoque ético para que impulse y facilite los procesos de aprendizaje de manera efectiva, y que no sea contraproducente, es decir, que se utilice como un atajo para solventar las tareas sin aprender.
Por lo tanto, vemos que aunado a los problemas de siempre en la educación en Morelos, al llegar la Inteligencia Artificial a nuestras vidas se le suman retos que se deben atender y no dejarlos para mañana, porque al vivir en un mundo globalizado posponerlos implicaría rezago no solo para el subsistema educativo, sino para la sociedad misma, porque la educación es la herramienta para la formación de las personas y es algo inacabado, es decir, nunca se deja de educar o aprender. En esta sinergia educativa, el gran reto actual es respecto a los docentes. Muchos siguen esperando capacitación real, no solo cursos por Zoom o lineamientos abstractos desde oficinas en la capital. La reforma educativa de sexenios anteriores dejó heridas abiertas, y aunque el discurso ha cambiado, la carga administrativa, el estrés laboral y la falta de reconocimiento siguen minando la vocación. Y esto se podría solventar con la IA, pero si el gobierno no hace lo necesario y solo se centra en discursos y fotos para las redes sociales de que están “trabajando” en ello, pues simplemente se habrá perdido una gran oportunidad.
Aunado a lo anterior está un tema que nadie quiere tocar: la desigualdad. Porque mientras en algunas escuelas los alumnos regresan con tabletas, internet y aulas climatizadas, en otras, los niños caminan kilómetros por brechas de tierra para llegar a una escuela que apenas tiene pizarrón. Esa es la otra cara del inicio del ciclo: un país, un estado, un municipio partidos en dos, donde la educación no siempre es el gran igualador, sino el espejo de nuestras injusticias.
Quizá no podamos cambiar todo en un ciclo escolar. Pero sí empezar por mirar de frente los retos y dejar de fingir que el simple regreso a clases es suficiente. Es risible que los maestros cuando tienen de frente a las autoridades educativas que visitan las escuelas, o al ir por su reconocimiento de 15 años de labor docente al Congreso, solo se tomen fotos y no alcen la voz. La educación básica necesita más que el entusiasmo del inicio de curso, necesita compromiso, recursos y una visión que no olvide que en cada pupitre se sienta el futuro del país. La educación es para transformar y mejorar nuestra realidad.
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