Aunque el jengibre es reconocido por sus múltiples beneficios para la salud —como aliviar náuseas, mejorar la digestión o reducir la inflamación—, no todas las personas pueden consumirlo sin riesgos. Este popular ingrediente natural, utilizado en tés, jugos y remedios caseros, también puede causar efectos secundarios e incluso ser contraproducente en ciertos casos.
¿Cuándo el jengibre puede ser un problema?
Expertos en salud natural y medicina advierten que, pese a su origen vegetal, el jengibre puede interactuar con medicamentos o agravar ciertas condiciones de salud. Por ello, su consumo regular o en grandes cantidades debe evaluarse con precaución, especialmente en forma de cápsulas o extractos concentrados.
¿Quiénes deberían evitarlo?
Personas con gastritis o úlceras: El jengibre puede aumentar la acidez estomacal y empeorar los síntomas.
Mujeres embarazadas: Aunque puede aliviar náuseas leves, en altas dosis podría provocar contracciones. Siempre debe consultarse con un médico.
Personas con presión arterial baja: Por su efecto vasodilatador, el jengibre podría disminuir aún más la presión.
Pacientes anticoagulados: Puede intensificar el efecto de medicamentos como warfarina o aspirina, aumentando el riesgo de sangrados.
Personas con cálculos biliares: El jengibre estimula la producción de bilis, lo que puede agravar esta condición.
Posibles efectos secundarios
El consumo excesivo de jengibre puede causar:
Acidez estomacal
Diarrea
Mareos o debilidad
Reacciones alérgicas (menos frecuentes)
Además, puede interferir con medicamentos para la presión, el azúcar o la coagulación sanguínea, por lo que es importante hablar con un profesional de salud antes de integrarlo regularmente en la dieta.
Aunque el jengibre es un aliado natural con beneficios comprobados, no está libre de riesgos. Si bien una taza ocasional de té puede ser inofensiva, su uso prolongado o concentrado requiere precaución. Como siempre, lo natural no significa inofensivo —especialmente si ya tomas medicamentos o padeces una condición crónica.