Un péndulo que nunca se detiene o una copa que vibra sin ser tocada podrían parecer fantasía, pero ilustran el comportamiento de una sorprendente fase de la materia: los cristales del tiempo. Propuestos en 2012 por el físico y Nobel Frank Wilczek, estos materiales desafían uno de los principios más importantes del universo: la simetría del tiempo.
A diferencia de los cristales comunes —como la sal o el cuarzo— cuyos átomos se organizan en patrones espaciales repetitivos, los cristales del tiempo repiten su estructura también en el tiempo, como si sus átomos “bailaran” en un ciclo infinito sin necesidad de energía externa. Este movimiento constante, sin consumo de energía, parecía imposible hasta que fue observado por primera vez en 2016 y confirmado más adelante, en 2021, por un experimento de Google con su computadora cuántica Sycamore.
Lo más sorprendente es que estos cristales no violan las leyes de la termodinámica. Su comportamiento se debe a un estado cuántico conocido como no equilibrio, mantenido por complejas interacciones cuánticas. Así, parecen tener su propio “reloj interno”, repitiendo sus movimientos de forma natural y constante.
Aunque todavía se estudian en condiciones de laboratorio muy controladas, los cristales del tiempo podrían tener usos revolucionarios en el futuro: desde mejorar la precisión de computadoras cuánticas hasta desarrollar relojes ultraprecisos o explorar nuevas fases de la materia. Una muestra de que incluso las leyes más firmes del universo pueden tener excepciones… o nuevas reglas por descubrir.