(INTRODUCCIÓN)
El Science and Technology in Society (STS) Forum para América Latina y el Caribe 2025, fue un encuentro internacional que se llevó a cabo el 4 y 5 de diciembre en nuestro Estado y que representa uno de los eventos más importantes de la región. Junto con el InnovaFest LATAM, se constituyó un evento donde se dieron cita los actores clave del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación de América Latina y el Caribe, con la presencia de mentes creativas cuyas ideas permitirán un cambio significativo en nuestra sociedad.
El STS Forum surgió en Kioto, Japón, en 2004, para discutir cómo la ciencia y la tecnología pueden incidir en la sociedad, reuniendo a líderes globales para abordar desafíos como el cambio climático, la salud y la energía, creando una plataforma para la innovación y la cooperación internacional, y expandiéndose a eventos regionales como el sucedido en Cuernavaca este año. Algunos temas centrales fueron la seguridad hídrica para el consumo humano y agrícola; las nuevas perspectivas en electromovilidad; el desarrollo de centros urbanos adaptativos; los avances en medicina a través de la biotecnología y la genómica; la innovación en la industria aeronáutica y el impulso a las fronteras aeroespaciales. Finalmente, con la presencia de empresas, universidades y centros de investigación, se fomentó el emprendimiento y la innovación, que son los tan esperados motores para el desarrollo de nuestro país.
En esta columna se abre un espacio por las siguientes semanas para recabar la opinión sobre el foro, por varios de sus asistentes y participantes.
Lo que el STS Forum revela sobre el futuro de la ciencia aplicada
Mikel Prieto
Managing Partner - Fill The Blank
Deep Tech Venture Builder - creación de empresas de base científico/tecnológica a partir de P.I.
El STS Forum reunió a actores de academia, industria y gobierno en un mismo espacio donde fue evidente que México genera ciencia, pero aún estamos lejos de transformarla consistentemente en empresas, con impacto sostenible y soluciones reales. Durante el evento, quedó claro que existe un interés creciente del gobierno federal —particularmente desde la Secretaría de Economía— por impulsar emprendimientos de base científica-tecnológica. Varias universidades y centros de investigación buscan nuevos modelos para que su trabajo no se quede en el laboratorio, especialmente en áreas como salud, biotecnología, energías limpias y agro.
Más allá de los discursos, en la conversación entre investigadores, emprendedores y funcionarios se puede reconocer un denominador común sobre la necesidad de crear vehículos que traduzcan la investigación en impacto, desde estructuras de transferencia tecnológica hasta mecanismos de financiamiento temprano. Uno de los puntos más interesantes del encuentro fue constatar que muchos investigadores poseen tecnologías altamente prometedoras, pero suelen enfrentarse a un reto recurrente de llevarlas al mercado, y esto requiere de capacidades distintas a las científicas. En varias conversaciones surgió la misma preocupación: ¿cómo evitar que una tecnología con potencial se quede estancada por falta de acompañamiento?
Esta tensión se evidenció también en los pitches de proyectos científicos, donde vimos casos sobresalientes de biotecnología, medicina de precisión y agricultura avanzada. Más allá de la calidad técnica, lo que destacó fue la claridad con la que algunos equipos lograron comunicar valor y propósito. Esa capacidad, crucial para obtener financiamiento o atraer aliados, fue un tema recurrente de reflexión entre los asistentes del evento. Otro ángulo relevante fue observar cómo algunos estados —particularmente Morelos— están empezando a construir polos de investigación con una concentración notable de centros científicos. Este ecosistema podría convertirse en una plataforma estratégica de innovación si se articula adecuadamente, especialmente con iniciativas públicas que comienzan a resurgir.
Asimismo, varios actores mencionaron la importancia de fortalecer la relación entre universidades, gobierno y sector privado, no sólo mediante convenios, sino a través de acciones concretas que generen confianza: eventos científicos abiertos, procesos claros de transferencia, espacios de validación temprana y mecanismos que permitan que los investigadores participen sin verse obligados a convertirse en CEOs de sus propios proyectos. Esa idea fue una constante: no todos los científicos deben iniciar empresas, pero sí deben tener rutas para que sus descubrimientos se conviertan en soluciones reales.
El STS Forum también mostró un cambio cultural donde hay un interés genuino por conectar ciencia y mercado sin perder el rigor académico. Las universidades comienzan a reconocer que innovar no es solo publicar, sino también transferir, licenciar o colaborar con entidades especializadas que puedan acompañar el proceso. En este sentido, el evento fue un reflejo de un país con enorme talento científico, pero que aún requiere puentes institucionales más sólidos. Los asistentes coincidieron en que estos encuentros ayudan a visualizar posibilidades: financiamiento público orientado a ciencia aplicada, fondos especializados en Deep Tech, alianzas internacionales, y modelos que reduzcan el riesgo para que más proyectos científicos avancen hacia convertirse en empresas o soluciones de alto impacto, por ejemplo, venture building.
Mi experiencia en el evento refuerza la idea de que México no carece de ciencia; carece de mecanismos para transformarla en impacto y aliados que logren llenar esos espacios en blanco en el proceso de creación de empresas científico-tecnológicas. Si logramos esto: alinear incentivos y generar confianza entre investigadores, instituciones y financiadores, la región podría posicionarse como un referente en innovación científica. El STS Forum es un recordatorio de que el conocimiento ya está ahí; ahora toca construir los puentes para alcanzar el éxito en la innovación.
