En prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, es necesario seguir reglas para el bien de uno mismo y el de los demás. La convivencia armoniosa en sociedad depende de conocer y respetar algunas reglas simples que apuntan a valores como el ser respetuoso, amable y considerado con los demás, ser puntual y mantener la limpieza en los espacios compartidos. Dentro de las reglas que debemos observar y respetar todos los días, están las reglas de vialidad, tanto como peatón como conductor de algún vehículo al utilizar la vía pública. En particular, siempre me han llamado la atención ciertas reglas y situaciones en Cuernavaca donde podemos encontrar glorietas o rotondas, y parece que las reglas se invierten en comparación con lo descrito en el reglamento de tránsito y el comportamiento de los conductores en otras ciudades. Pero primero me gustaría hablar un poco de la historia de las glorietas.
Una rotonda —también conocida como glorieta, como se conoce en México y otros países de Latinoamérica, con sus sinónimos como óvalo en Perú, redoma en Colombia y Venezuela, o redondel en Ecuador y El Salvador—, es una construcción vial diseñada para facilitar el flujo de tráfico en las intersecciones entre carreteras y reducir el peligro de accidentes. Su historia se remonta a principios del siglo XX, con la primera glorieta moderna construida en 1905, en Nueva York. Su diseño buscaba mejorar el flujo del tráfico en intersecciones complejas, ofreciendo una alternativa más segura y eficiente a los cruces tradicionales con semáforos [1]. A lo largo del tiempo, las glorietas han evolucionado, incorporando reglas de prioridad y señalización para optimizar la seguridad y el flujo del tráfico. La creación de las glorietas en México, como las de Reforma, en la CDMX, estuvo influenciada por modelos europeos, y posiblemente la Glorieta del Ángel de la Independencia es el mejor ejemplo. Fue inaugurada en 1910 para celebrar el primer centenario de la independencia de México, y a pesar de que originalmente fueron diseñadas para facilitar el tráfico, se transformaron en espacios con identidad propia. Las glorietas se han convertido también en puntos de referencia o encuentro para jóvenes, tribus urbanas y las comunidades con diferentes ideologías o para celebrar eventos cívicos, deportivos y triunfos políticos.
Las glorietas en Cuernavaca, como la de Tlaltenango (ahora Glorieta de la Identidad), han sido testigos de la historia y evolución de la ciudad [2]. Esta glorieta es un lugar histórico y escenario de eventos culturales y sociales, reflejado en la representación iluminada de los 12 pueblos originarios de Cuernavaca. La glorieta de la Luna es una glorieta muy peculiar, ya que ahí no solamente se transita a su alrededor, sino que también la avenida Plan de Ayala atraviesa por el centro de ésta formando dos medias lunas (al parecer de ahí su nombre) [3], y es una de las glorietas con más influencia vehicular en Cuernavaca, por lo que también requiere semáforos, aunque sea contraintuitivo con la función de una glorieta. Otra de más reciente creación es la glorieta de la escultura de Quetzalcóatl, que fue inaugurada en marzo del 2022 (aunque la glorieta del Río ya existía), y que es obra del maestro Víctor Manuel Contreras [4]. Si bien no hay una cifra oficial del número de glorietas que existen en Cuernavaca, las glorietas son parte de la vida cotidiana de los ciudadanos, aunque desgraciadamente son pocos quienes conocen y respetan las reglas de vialidad en ellas, que es el tema central de esta contribución.
Según el reglamento de tránsito y vialidad para el municipio de Cuernavaca, Morelos, en su última reforma del 10 de julio del 2024 [5], en el Artículo 23, fracción XXXII, dice lo siguiente: “En las glorietas donde la circulación no esté controlada por semáforos o agentes, los conductores que entren a la misma deberán ceder el paso a los vehículos que ya circulan en ella”. De aquí podríamos deducir la instrucción a seguir para cumplirla, que según mi interpretación sería: Antes de ingresar a una glorieta, hay que hacer alto en caso de que algún vehículo se encuentre ya circulando en la glorieta o haya ingresado por el punto izquierdo del vehículo que está por ingresar. Con esto se puede garantizar que una vez que yo esté dentro de la glorieta, nadie interrumpirá mi circulación, evitando hacer “nudos” viales. Sin embargo, ésto está alejado completamente de la realidad, ya que la tendencia es tener que frenar dentro de la glorieta porque hay constante ingreso de vehículos sin ceder el paso. Incluso, en varias glorietas se han puesto topes para reducir la velocidad con la finalidad de dar mayor oportunidad de circular a los vehículos dentro de la glorieta, pero dicho esfuerzo es inútil en la mayoría de los casos donde el tope se vuelve casi una señal para aumentar la velocidad de ingreso sin ceder el paso. Finalmente, en mi experiencia personal, he visto agentes de tránsito que se frenan dentro de la glorieta para ceder al paso al que va a ingresar, con lo que me queda claro que la misma autoridad no conoce o no hace valer el reglamento, con lo que se perpetúa la falla en el comportamiento del conductor. Sólo para complementar, el artículo 55, fracción IX, del mismo reglamento indica que no deberán estacionarse los vehículos en las glorietas, cosa que es muy frecuente ver en la glorieta de la Luna, aunque ahí es frecuente que se pongan infracciones, pero no citan dicho artículo, sino el artículo 58, que habla de la prohibición de estacionarse en las guarniciones (banquetas) rojas.
Yo me pregunto: si no podemos respetar una regla tan sencilla, ¿qué podemos esperar de nuestra sociedad? ¿Sera cuestión de educación o mayor difusión, o mayor castigo para que se dé el cumplimiento de las reglas? Por lo pronto, espero que este escrito llegue a crear conciencia en algunos lectores.
Referencias:
[1]https://es.wikipedia.org/wiki/Rotonda
[3]https://es.wikipedia.org/wiki/Avenida_Plan_de_Ayala_(Cuernavaca)
[5]http://marcojuridico.morelos.gob.mx/archivos/reglamentos_municipales/pdf/REGTRANVIACVA23.pdf