Ciudadanos de Michoacán y de otras entidades han iniciado movilizaciones contra la debilidad institucional frente a la delincuencia. El asesinato, el 1 de noviembre pasado, del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, ahondó un clima de desazón por la influencia de grupos del crimen en diversas regiones del país.
Mientras Estados Unidos amaga con intervenir en México con acciones contra organizaciones delictivas, conglomerados sociales se organizan, por su parte, para expresarse ante una realidad que contrasta con una propaganda de bienestar.
Trabajadores del campo y jóvenes manifiestan sus propios reclamos ante un sistema que desoye la necesidad de atención prioritaria a los rubros de interés social.
En momentos de algidez, toca esperar sensibilidad.
