No debe perderse en el tiempo, ni minimizarse entre los innumerables problemas en el país, la tragedia ocurrida en días pasados en regiones de Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Tamaulipas por las lluvias torrenciales que ocasionaron el desbordamiento de ríos, inundaciones y un saldo de al menos 70 personas fallecidas y un número similar de desaparecidos.
Entre la negligencia y la frivolidad de gobiernos locales, las alertas del Servicio Meteorológico Nacional respecto de los fenómenos inminentes no tuvieron eco y la población padeció una desgracia equiparable a la devastación por el huracán Otis en octubre de 2023 en Acapulco.
Autoridades de los tres niveles se quedan en el camino ante el clamor ciudadano por la falta de seriedad en la atención del desastre; y preocupante es también la falta de recursos económicos para infraestructura preventiva, mantenimiento y la reparación de daños. Hay responsabilidades que no se asumen y que señalan hacia poderes sin sensibilidad.