El aumento de impuestos a bebidas azucaradas y cigarros que se contempla para el próximo año ya empezó a generar inconformidad en el sector comercial.
Por más que el gobierno federal trató de matizar el alza presentándola como “medidas saludables” que buscan reducir el consumo de estos productos entre los mexicanos para prevenir problemas de salud futuros, es comprensible la inconformidad del comercio en pequeño, sobre todo conociendo que las bebidas azucaradas y los cigarros representan hasta un 30 por ciento de sus ventas.
El sector empresarial considera que con los incrementos no se resuelve el problema de salud, mientras que el gobierno mexicano insiste en que cuando se implementó el IEPS, al segundo año el consumo de refrescos disminuyó en un 9.7 por ciento y hay evidencia mundial de que estas medidas funcionan.
De darse el alza, como está previsto, un refresco de 600 mililitros —que es la versión que más compran los mexicanos— subiría aproximadamente un peso. Y de ahí hacia arriba, según la presentación de la bebida.