La revelación hecha ayer por el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana sobre el alto porcentaje de llamadas de emergencia que reciben los fines de semana para atender temas de violencia intrafamiliar es alarmante, y lo es más si tomamos en cuenta dos factores adicionales: lo que motiva esta violencia doméstica —que está relacionada con el consumo de alcohol y drogas— y lo que cuesta que la autoridad deba desatender sus labores para tratar de brindar seguridad en el espacio público.
Desde meses atrás, la gobernadora del estado ya lo había advertido, pues en una de sus conferencias declaró que en todas las reuniones de seguridad preguntaba cuántos homicidios eran atribuidos al crimen organizado y cuántos más tenían que ver con situaciones familiares. La estadística, desde entonces, mostraba una tendencia hacia los segundos.
Si bien los temas de seguridad recaen en gran medida en las autoridades, también es pertinente entender que como ciudadanos tenemos responsabilidad en el tema, pues no es posible delegar de manera permanente aspectos como la carencia de valores y las conductas antisociales a la ausencia de la autoridad.