Profundos análisis y consensos son imperiosos en la discusión en torno a la reforma electoral que se avecina en el país, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Las fuerzas políticas opositoras al oficialismo e –incluso– partidos aliados, han advertido sobre el riesgo de acotar la autonomía del INE, además de la impertinencia de suprimir las posiciones plurinominales en el Congreso de la Unión y recortar el presupuesto de los partidos políticos y de los mismos procesos comiciales.
El debilitamiento de instituciones que padece el país alcanza de esta forma a los órganos electorales, cuya imparcialidad y autonomía está en trance.
Organizaciones civiles avisan también sobre la amenaza de una normativa electoral débil, sin equidad y a modo de un sistema autoritario que atenta contra una democracia ya vulnerada.