Prácticamente no hay día en el que un operador del transporte público de pasajeros se vea involucrado en algún incidente, lo mismo de tránsito, que de agresión hacia automovilistas, usuario o incluso con sus mismos compañeros.
También es cierto que los llamados “ruteros” diariamente deben lidiar con un sinnúmero de presiones, y aunque sus líderes se esfuercen por negarlo, entregar la cuenta y, por consiguiente, ganar el pasaje son las mayores cargas que enfrenta en su jornada laboral y la mayor causa de su estrés.
El modelo de transporte público con el que cuenta el estado de Morelos amerita una urgente revisión, pues los únicos afectados han sido, son y seguirán siendo los usuarios.
Los choferes estresados son un amplio factor de riesgo, se acepte o no, y en algún momento se debe intervenir para corregir ese interminable problema.