“La escuela es el segundo hogar,
pero el hogar es la primera escuela”.
Anónimo
En los últimos años, el sistema educativo mexicano ha enfrentado un desafío creciente: la violencia y los conflictos en los entornos escolares. Desde el acoso verbal y las disputas entre compañeros, hasta los conflictos entre estudiantes y docentes, las escuelas de nivel medio superior se han convertido en espacios donde emergen tensiones que, si no se gestionan adecuadamente, pueden afectar la formación emocional, social y académica de los jóvenes. En este contexto, la mediación escolar se presenta como una herramienta esencial para fortalecer la convivencia, el respeto y la cultura de paz dentro de los planteles.
La mediación escolar debe enseñarse en todos los niveles escolares, solo que en esta ocasión hablaremos de la mediación escolar en la educación media superior por tener otras vertientes de conflictos.
La mediación escolar no se limita a “resolver pleitos” o intervenir cuando hay un problema. Es, ante todo, un proceso educativo en el que los estudiantes aprenden a dialogar, escuchar y encontrar soluciones de manera pacífica y autónoma. Implica enseñar habilidades para la vida que trascienden el aula: la empatía, la comunicación asertiva, el respeto a la diferencia y la toma de decisiones compartidas.
Como afirma la especialista en cultura de paz María Teresa Rojas, “la mediación no sólo pacifica el conflicto, sino que educa en la convivencia. Enseña que el otro no es un enemigo, sino alguien con quien se puede construir una solución.” En este sentido, la mediación escolar se alinea con los objetivos formativos del bachillerato, que busca desarrollar en los jóvenes una conciencia crítica y responsable de su papel en la sociedad.
La adolescencia es una etapa de búsqueda de identidad, autonomía y pertenencia. En el nivel medio superior, los estudiantes enfrentan cambios emocionales y sociales intensos que pueden generar malentendidos, rivalidades o incluso violencia. Por ello, la escuela debe ser un espacio protector y formativo, donde los jóvenes aprendan a gestionar sus emociones y conflictos de manera constructiva.
La UNESCO ha subrayado en múltiples documentos la necesidad de promover la educación para la paz y la resolución no violenta de conflictos, señalando que “la escuela debe convertirse en un laboratorio de convivencia democrática”. En el bachillerato, esto significa ofrecer a los estudiantes la posibilidad de participar activamente en la gestión de su entorno escolar, fomentando la corresponsabilidad y el liderazgo positivo.
Diversas investigaciones en América Latina han demostrado que los programas de mediación escolar reducen significativamente los índices de violencia, mejoran el clima escolar y aumentan la participación estudiantil. Además, fortalecen el sentido de comunidad, ya que promueven la colaboración entre docentes, alumnos y padres.
Según el mediador y pedagogo Juan Carlos Vezzulla, “cuando un conflicto se resuelve mediante el diálogo, se convierte en una oportunidad de aprendizaje; cuando se evita o se reprime, se transforma en una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento.” La mediación, entonces, no busca eliminar el conflicto —pues este es natural en toda convivencia humana—, sino aprender a gestionarlo desde la comprensión y el respeto mutuo.
Implementar la mediación escolar en el bachillerato requiere formación y compromiso. Es necesario capacitar a docentes, orientadores y estudiantes en técnicas de mediación, escucha activa, lenguaje no violento y gestión emocional. Los llamados “equipos de mediación escolar” pueden funcionar como espacios de aprendizaje colaborativo, donde los propios alumnos asumen un rol protagónico en la resolución de conflictos entre pares.
El psicólogo Daniel Goleman, autor del libro “inteligencia emocional”, señala que “las habilidades socioemocionales no se aprenden en los libros, sino en la práctica diaria de la convivencia.” Por ello, la mediación debe integrarse de manera transversal al currículo, como una experiencia vivencial y formativa.
A pesar de los avances, la mediación escolar aún enfrenta desafíos. Muchos centros educativos carecen de personal capacitado o de programas institucionales que respalden su implementación. En ocasiones, los conflictos se abordan desde una lógica punitiva, lo que impide el aprendizaje y la reparación del daño.
Sin embargo, cada vez más escuelas reconocen que educar en la paz no es un lujo, sino una necesidad. En palabras de Federico Mayor Zaragoza, exdirector de la UNESCO, “la paz no es sólo la ausencia de guerra, sino la construcción diaria de justicia, diálogo y respeto.” La mediación escolar encarna precisamente esa idea: enseñar a los jóvenes a construir paz desde sus relaciones cotidianas.
