“Dios es simple. Todo lo demás es complejo".
Albert Einstein
Hace algunos días tuve que viajar a Nueva York para la graduación de mi hija por sus estudios de maestría. Hacía varios años que no viajaba al extranjero, y me llevé varias sorpresas interesantes.
En principio, estoy convencido que tenía razón quien dijo que, en este nuevo siglo y finales del anterior, las invenciones y nuevas tecnologías se desarrollarían muchísimo más rápido que en los dos siglos anteriores. De hecho, las cosas, en cierto modo, son más sencillas que antes.
Actualmente bajas la app de tu línea aérea y ésta te va llevando de manera tan sencilla para realizar tus trámites de documentación para que sea más fácil tu paso por el aeropuerto y por migración.
En el circuito universitario de la Universidad de Syracuse, en la que mi hija realizó sus estudios, al caminar por las calles, veía una especie de “patín del diablo”, como le llamamos aquí, tirados en las banquetas, lo cual me sorprendió mucho, porque pensé que era muy fácil robarlos, sin embargo, aprendí que estos vehículos son alquilados por los estudiantes para ir por el circuito universitario. Tienen un costo y al llegar a tu destino lo dejas sobre la banqueta y sólo podrán ser utilizados nuevamente al pasar tu tarjeta de débito o crédito para rentarlo nuevamente. Y no se los pueden robar debido al sistema de rastreo con el que cuentan.
El punto al que quiero llegar es la simplicidad de las cosas para hacer la vida más fácil y hacer más grata la vida. Esto contribuye a vivir en paz sin estresarte para hacer las cosas. Y al pensar en esto, y como siempre pasa, conecto los puntos y empiezo a pensar y recordar teorías o posturas como la que propone Edward de Bono en su libro “simplicidad”.
La propuesta central de Edward de Bono en su libro Simplicidad es que ésta no ocurre de forma natural: debe ser una meta consciente y deliberada. Propone que para lograrla se requiere esfuerzo, pensamiento creativo y disposición para cuestionar lo establecido. De Bono plantea diez reglas o principios para simplificar, entre los que destacan:
Desafiar lo existente: Preguntar constantemente si las cosas deben hacerse como se han hecho siempre.
Eliminar lo innecesario: Identificar y quitar lo que no aporta valor real.
Reestructurar: Buscar nuevas formas de organizar procesos o sistemas.
Utilizar alternativas más simples: No conformarse con lo primero que funciona, sino buscar lo más simple que también funcione de manera óptima.
Tener un propósito claro: La claridad en los objetivos facilita decisiones más simples.
De Bono propone que la simplicidad es un resultado del pensamiento intencional y creativo, no de la casualidad, y que debe buscarse activamente en todos los ámbitos: personales, organizacionales y sociales.
La simplicidad de Edward de Bono puede ser especialmente útil para mejorar sociedades cargadas de trámites burocráticos porque ofrece una metodología para eliminar lo innecesario y rediseñar lo complejo con intención y claridad. De Bono no solo critica la complejidad inútil, sino que también propone pasos prácticos para lograr sistemas más funcionales y centrados en el propósito real.
La simplicidad ayudaría a una sociedad con muchos trámites porque cuestiona la necesidad de cada uno de ellos. De Bono plantea que debemos preguntarnos: ¿Esto realmente sigue siendo necesario? ¿Sigue cumpliendo una función útil? Muchas veces, los trámites persisten por inercia histórica.
Si un proceso tiene cinco pasos, pero sólo dos agregan valor real, hay que eliminar o fusionar los otros tres. Esto se traduce en ahorro de tiempo, dinero y frustración ciudadana.
En lugar de modificar partes, De Bono sugiere repensar el sistema desde cero, con base en el objetivo final. Esto puede aplicarse al rediseño de servicios públicos, solicitudes legales, atención médica, etc.
Hay que tener claro el propósito final. Muchos trámites existen sin una razón clara. De Bono insiste en que, al tener claro el para qué, es más fácil tomar decisiones simplificadoras.
Debemos fomentar una mentalidad abierta al cambio. La simplicidad requiere disposición para romper con lo tradicional y crear nuevas estructuras, algo que muchas instituciones evitan por miedo o rigidez.
Obviamente, el libro en mención habla de la simplicidad que debemos aportar a nuestras vidas, sin embargo, da algunos ejemplos de sociedades en las que también se podría utilizar para vivir mejor en comunidad, por ejemplo, el sistema de señales de tránsito, que en muchos lugares se vuelve caótico por una sobrecarga de señales, cuando podría funcionar mejor con menos elementos bien ubicados.
Una sociedad burocratizada podría utilizar las siguientes propuestas de De Bono para vivir mejor en sociedad. Por ejemplo: rediseñar formularios con solo los datos esenciales; crear trámites digitales de una sola pantalla, sin múltiples pasos; capacitar funcionarios con enfoque en facilitar, no en controlar; e, invitar a los ciudadanos a detectar y proponer simplificaciones.