Sociedad

Escribir sobre violencia


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Escribir sobre violencia es sublimarla, es decir, elevarla a una dimensión más alta; o bien, reducirla a sus conceptos, llevarla hacia sus abstracciones. Escribir sobre violencia es combatirla, prevenirla, intentar evitarla. Escribir sobre violencia es también promover la paz.

Una pregunta que recibo con frecuencia es: “¿Sobre qué temas escribes?” La respuesta más clara es: “Sobre violencia y humor”. Es decir, los temas de la vida cotidiana en México. Todo el tiempo hay violencia, todo el día hay risas. Soy producto de mi propia realidad, en muchos sentidos.

Crecí en un ambiente de violencia diversa, antes de que las muchas violencias fueran catalogadas. Recibí el golpe de la realidad desde mi más tierna infancia. Pasé por agresiones intrafamiliares, humillaciones filiales, violencia económica, abandono, acoso escolar, robo, golpizas, maestros abusivos, vejaciones verbales constantes, machismo, entre otros. Todo eso ya lo había experimentado antes de los 7 años de edad.

No es que lo presuma, todo lo contrario, padecí la violencia y no es algo que me dé orgullo. Me da pena, vergüenza, muina y precisamente por eso actuar de forma distinta es importante para mí. He superado las secuelas de la mayoría de mis heridas, pero sé que alguna estará aún por sanar del todo. Parte de mi salvación me la dio la catarsis de escribir.

No fui el más golpeado de mi contexto, ni el más acosado, ni el más violentado (triste consuelo), siempre hubo humanos más débiles, menos hábiles, pusilánimes seres que poco podían valorarse debido a que los golpes habían amainado sus fuerzas vitales y no podían defenderse.

Por mi parte, creo que nunca ejercí la violencia hacia otras personas, pero seguramente me equivoco o no me acuerdo por conveniencia, ya que en un ambiente violento es casi imposible no ser un perpetrador más, aunque sea de baja intensidad.

Ya en mi adolescencia conocí otras violencias: autolesiones, adicciones, violencia sexual, abuso policial, manipulación, fraude, delincuencia organizada, narcotráfico y más. Siempre estuve cerca de la violencia, pero decidí no seguir ese camino, sino trabajar por la paz desde el arte.

Por fortuna, la literatura llegó pronto a mi vida, junto con otras disciplinas artísticas. La palabra me dio herramientas para ejercer mi libre albedrío y salirme de la senda de la muerte y la destrucción, del odio y del rencor. Tuve posibilidad de dedicarme a la delincuencia, como cualquier mexicano (como tú), pero elegí la legalidad, el conocimiento, el esfuerzo, el amor.

Comencé escribiendo poesía y ahí había mucho de mi necesidad de alejarme de la vida violenta. Pasé luego al cuento, donde recreé pequeños fragmentos de mi vida. Al iniciar con la redacción de novelas, profundicé en mi reflexión sobre la violencia. Y decidí darle voz a suicidas, violentadores, víctimas, robados, violados, defraudados, asesinados.

Al iniciar la universidad vivía las dos caras de la moneda: la calle violenta y la escuela pacífica. El lado salvaje y el rostro amable de la misma sociedad. Decidí por lo bello y lo humano. Abandoné los gritos y los chingadazos.

Por años me quedé instalado en la parte linda de la vida, en las cosas agradables. Por fin, con el oficio de escribir y editar libros mi vida estaba mucho más en calma. Pero la vida me tenía sorpresas, cuando ya más grande la violencia tocó a mi puerta de varias formas (cuando me fui de Morelos en 2012) y recuperé para mi pluma las historias oscuras.

Desde entonces escribo todo tipo de géneros literarios incluyendo a mi amiga la violencia, de quien ya no niego sus aprendizajes. Escribo sobre violencia porque quisiera que nadie más vuelva a vivirla. Sé que es una utopía, pero de utopías vivo. Pongo mi grano de arena, es mi forma de cambiar el mundo.

Tengo dos obras especiales sobre violencia. Mi novela No hay color trata sobre violencia intrafamiliar, maltrato infantil y sus consecuencias. Es un testimonio semiautobiográfico, quienes la leen suelen conmoverse hasta las lágrimas

Mi novela Óleo sobre ketamina habla de abuso, suicidio, drogadicción y delincuencia juvenil. La historia ocurre en Civac, en Jiutepec, pues. Con ella busco prevenir estas variaciones de la violencia, especialmente entre jóvenes confundidos. Puedes comprar estas y otras obras mías en Amazon y en siguiente enlace: https://libreriaedicioneszetina.librantida.com/?p=1&id=3348

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Daniel Zetina

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