De Carlos Rivapalacio
Estimado Javier, entre amigos las cosas claras.
Te reitero mi amistad, respeto y agradecimiento personal y familiar a ti y a tu familia. A Juan además con reconocimiento, ahora que he tenido la oportunidad de convivir y trabajar con él.
Mi posición es clara, estoy a favor de la comunicación entre quienes trabajamos en el mismo cabildo y más si militamos en el mismo partido. Señalé que el alcalde ha demostrado que cuando existen razones para tomar o cambiar una decisión lo hace, que es una persona seria y capaz (coincido contigo que la clausura del café Alondra pudo ser ocurrencia de algún empleado municipal pensando en agradar al alcalde Manuel Martínez Garrigós).
Sobre la imputación que la regidora Vera hace a Juan te manifiesto que en su momento lo comenté con él, en reunión, precisamente en la Fonda Familiar, convocado por él. Asistí y supe del documento, como también conocí que es un asunto terminado, por desistimiento de la propia regidora, no existe ya imputación que señale a Juan. Es por lo tanto manipulación mediática como bien señalas. Te agradezco la confianza que me permite consultar de forma directa contigo y tu familia cualquier tema. No tengo duda sobre la conducta de Juan, como espero que tú, él y tu familia no la tengan de la mía.
Mi asistencia a la conferencia forma parte de mi visión de la política, actividad superior que requiere tener siempre abierta la puerta al diálogo y tendidos puentes de comunicación.
Sostengo en mi artículo de esta semana que las disputas políticas entre partidos deben quedar en el nivel de los partidos, que las diferentes opiniones de quienes actuamos en la política son riqueza de expresión y no obstáculo al trabajo (me permito enviártelo).
De mí tendrás siempre reconocimiento a ustedes como familia, como personas y como profesionales de la actividad que desarrollan.
Te agradezco como siempre tu tiempo y espero nos veamos pronto para charlar.
PD. Acepté gustoso ser subsecretario de elecciones del CDE del PRI con Juan como Secretario, y su suplente en el IEE. ¿Se requiere más prueba para acreditar que espero trabajar y aprender de él?
Relato de Víctimas
A la opinión pública:
Mi nombre es Cristina Ríos Valladares y fui víctima de un secuestro, junto con mi esposo Raúl (liberado a las horas siguientes para conseguir el rescate) y mi hijo de entonces 11 años de edad.
Desde ese día nuestra vida cambió totalmente. Hoy padecemos un exilio forzado por el miedo y la inseguridad. Mi familia está rota. Es indescriptible lo que mi hijo y yo vivimos del 19 de octubre del 2005 al 9 de diciembre del mismo año. Fueron 52 días de cautiverio en el que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de tortura sicológica.
El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel Vallarta y Florence Cassez, ésta última de origen francés, quien ahora se presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo.
Desde nuestra liberación mi familia y yo vivimos en el extranjero. No podemos regresar por miedo, pues el resto de la banda de secuestradores no ha sido detenida. Hasta nuestro refugio, pues no se puede llamar hogar a un lugar en el que hemos sido forzados (por la inseguridad) a vivir, nos llega la noticia de la sentencia de 60 años a la que ha sido merecedora Florence Cassez, la misma mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio, la misma voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo, junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño.
Ahora escucho que Florence clama justicia y grita su inocencia. Y yo en sus gritos escucho la voz de la mujer que, celosa e iracunda, gritó a Israel Vallarta, su novio y líder de la banda, que si volvía a meterse conmigo (entró sorpresivamente al cuarto y vio cuando me vejaba) se desquitaría en mi persona.
Florence narra el "calvario" de la cárcel, pero desde el penal ve a su familia, hace llamadas telefónicas, concede entrevistas de prensa y no teme cada segundo por su vida. No detallaré lo que es el verdadero infierno, es decir, el secuestro. Ni mi familia ni yo tenemos ánimo ni fuerzas para hacer una campaña mediática, diplomática y política (como la que ella y su familia están realizando) para lograr que el gobierno francés y la prensa nacional e internacional escuchen la otra versión, es decir, la palabra de las víctimas de la banda a la que pertenece la señora Cassez.
Pero no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no sólo novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio) ahora aparezca como víctima y luche para que se modifique su sentencia. Si lo logra o no, ya no nos corresponde a nosotros, aunque no deja de lastimarnos.
Esta carta es sólo un desahogo. El caso está en las manos de la justicia mexicana.
No volveremos a hacer nada público ni daremos entrevistas de prensa ni de cualquier otra índole (nuestra indignación nos ha llevado a conceder algunas), pues nuestra energía está y estará puesta en cuidar la integridad de la familia y en recuperarnos del daño que nos hicieron. El nuevo vigor que cobró la interpelación de la sentenciada y el ruido mediático a su alrededor vuelve a ponernos en riesgo.
Gracias por su atención
Cristina Ríos Valladares