Si existen elementos o no que nadie juzgue “a priori”. De inmediato se hacen comparaciones, de cuando Jorge Carrillo Olea o Sergio Estrada Cajigal Ramírez y hoy con el doctor Adame. Que en este momento existen más razones que entonces y Carrillo fue obligado a renunciar. En realidad y todos lo vivimos, son condiciones diferentes, cada tiempo en su circunstancia y es complicado calificar no obstante los que por siempre aquí vivimos sabemos qué era y lo que es.
Un hecho es que el tema no aparece por muchos lugares aunque es importante y público. Seguramente por ello varios de los firmantes solicitantes, entre ellos el ex dirigente de Cuernavaca del Partido de la Revolución Democrática, José Montes y Héctor Salazar Porcayo, actual secretario regional del Sindicato Mexicano de Electricistas (SMS) circularon desde ayer una carta enviada a los coordinadores de los grupos parlamentarios en el Congreso Local con sus razones para ser escuchados sobre el particular.
Sí, hay más temas, muchos, este es en cosas de la política el de mayor trascendencia, de acuerdo a la lógica, aunque esta según la práctica actual de la política, es demasiado endeble.
Juan José Landa, Zapata y Villa
Juan José Landa Avila es, sin duda, un cronista profesional, comprometido con su tarea. El miércoles 16 de marzo presenta su libro “La Alianza entre Zapata y Villa es un mito”, en el Museo de la Ciudad (antes Ayuntamiento de Cuernavaca) a las seis de la tarde. Juan José es un amigo, contemporáneo que nos ha ilustrado y hemos gozado con su crónica, así que habrá de acompañarlo ese día.
Nos viene a la mente una crónica de Landa que nos marcó, tanto que la hemos comentado con él y otros amigos. En ella valoramos el trabajo de rescate de los auténticos cronistas, no de los buscadores de viejos archivos que acomodan las cosas a su conveniencia o a esa plaga que de pronto se adueña de la historia con su verdad e impiden a los demás el libre ejercicio del disentimiento o de la equivocación involuntaria. Los Puros.
En un medio local leímos hace varios años a Landa con un tema que nos interesó: El. Rey Tepozteco. Decía que otro monarca de la región, un gigante, el de Xochicalco, gustaba comerse seres humanos, de preferencia con edad avanzada, así que un día escogió al padre del Tepozteco que tenía también la personalidad del nahual, esos seres que según la leyenda solían cambiar de forma según su deseo. Cuando el Tepozteco baja a Cuauhahuac a saludar a sus amigos, le llegan comentarios que el Rey de Xochicalco enviaría a un grupo de sus guerreros a que llevaran a su padre, porque se lo iba a desayunar.
El Tepozteco esconde a su progenitor en unas cueva, se transforma (mencionamos lo de nahual) en el anciano y espera por sus captores. Estos llegan, lo toman y atan, lo conducen por los caminos y pasan pueblo por pueblo. Entre los jaloneos de los guardias, el Tepozteco logra tomar una piedra filosa, supuestamente de jade y la esconde entre sus ropas. Lo llevan ante el panzón y gigantesco monarca de Xochicalco que no cenó para tragarse completo al viejito, padre además de su odiado rival.
Se realiza la ceremonia, sin sal y mucho menos pimienta el monarca xochicalca se engulle al anciano de Tepoztlán que apenas entrando a la boca del gigante, regresa a su forma de Tepozteco con la piedra semejante a un cuchillo. Ya adentro, en pleno estómago, con el xochicalca haciendo gestos porque el producto no sabía a añejo, Tepozteco comienza desde adentro a desgarrar vísceras y piel del Rey que se revuelca ante sus súbditos. Estaban atónitos porque su poderoso monarca parecía indefenso. Del mero ombligo salió el Rey Tepozteco, con su figura normal, blandiendo el cuchillo de piedra.
Herido, en pleno estertor, el Xochicalca ordena que lo persigan, atrapen y maten. Inicia la corretiza que vamos a solicitarles su imaginación desde el centro ceremonial de Xochicalco, la parte alta y de ahí lo que da forma a Temixco, El Texcal o Tepoztlan con sus majestuosos cerros. Esta vez comentamos la crónica de juan José Landa Avila de manera cotorra, pero lo que él escribió era serio y con un fondo impresionante. Una de las partes señalaba que conforme corría el Tepozteco de pronto le daban ganas de “echarse una firma” y se volteaba la dirigía a sus adversarios y de ahí nacían las barrancas que hoy conocemos en Temixco, Cuernavaca y Tepoztlán.
Menciona como se detiene a mitigar la sed en el ojo de agua de Gualupita y por ahí anda la hija del Rey de Cuaunahuac con la que se liga, pero sigue corriendo porque vienen cerca. Una hermosa historia que nos obligó a buscar la obra de Juan José Landa Avila, a reconocerlo como cronista responsable y profesional pero sobre todo a regresar en los tiempos con el amigo de la infancia, que le ayudaba a su papá, don Joaquín, a bajar los cartones de la Superior. Un abrazo a JJ.