Sociedad
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Historias de mariachis


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Sirino Vega Correa, mariachi de Cuernavaca, contó que en los últimos cinco años han aumentado las tocadas por velorios o entierros.

“Siempre hemos acompañado dando serenatas o en las bodas o quince años o festejos, pero también a los deudos en su dolor y al difunto en su último camino hacia el panteón, pero en los últimos años las canciones por muertes han sido más frecuentes. La semana pasada, por ejemplo, fuimos a tres entierros”.

El primer violín, que tiene setenta años de edad y más de cuarenta y dos tocando en plaza de armas, cuenta que las canciones más pedidas en las despedidas son “Puño de tierra” (Carlos Coral o Carlos García González), “Amor eterno” (Juan Gabriel) y “Te vas ángel mío” (Cornelio Reyna)”.

Su preferida es “Amor eterno”. “Desde que se estrenó, en 1974, esa canción me mueve. Es una canción que expresa mucho amor, mucho sentimiento y, a pesar de que la he cantado muchísimas veces, se me sigue enchinando la piel, no me contengo. La verdad no sé qué me recuerda, muchas cosas, mi vida, lo que he pasado”.

Sirino es originario de Teotlaco, Puebla, un lugar cercano a Axochiapan, y platica que comenzó a tocar el violín por gusto, lo enseñaron sus amigos. Hace más de cuarenta años salió de su pueblo y se instaló en Cuautla, ahí vivió tres años y después vino a Cuernavaca, en donde se quedó a vivir definitivamente.

Ha acompañado a grandes voces, como Pedro Vargas, Lola Beltrán y Amalia Mendoza la “Tariacuri”, a quienes reconoce como las mejores de su tiempo, pero confiesa que le hubiera gustado escuchar en vivo y acompañar a Javier Solís (Gabriel Siria Levario, el “Rey del bolero ranchero”), a quien se refiere como poseedor de una voz privilegiada.

“La manera de interpretar de Javier Solís es única. No hay nadie como él. Hacía lo que quería con su voz, emocionaba. Yo he escuchado todo de Javier, y todo me gusta, pero mis preferidas son “Sombras” (José María Contursi), “Payaso” (Fernando Zenaido Maldonado Rivera) y la que más me mueve: “Tu voz” (Ramón Cabrera). Javier Solís lleva la interpretación a otro nivel. Siempre se le va a recordar”.

La vida de un músico está llena de anécdotas buenas y malas, porque participa de los momentos más importantes y más tristes de las personas.

Sirino Vega Correa, que actualmente forma parte de Los Ángeles de Plata, recuerda que una vez, hace algunos años que estaban tocando en un restaurante cerca de Alpuyeca:

“Una muchacha se paró y nos dijo que quería dedicarle unas canciones a alguien. A nosotros se nos hizo muy raro porque no habíamos conocido que una mujer le llevara serenata a un hombre, pero como somos músicos, pues la acompañamos. Entonces llegamos a la casa y comenzamos a tocar y toda la cosa. De pronto oímos unos disparos y le paramos. Era el papá de la muchacha que había salido muy enojado, con una pistola en la mano, preguntando que quién le estaba echando gallo a su hija. Entonces la muchacha que nos había contratado se apuso enfrente y lo saludó y le dijo que ella le había llevado serenata porque eran muy amigas y era su cumpleaños. El papá la reconoció y le dio permiso para que le siguiéramos cantando”.

El mariachi en Cuernavaca

Sirino platica que hace cuarenta y dos años apenas había cuatro mariachis en Cuernavaca, y ahora hay dieciocho:

Estábamos debajo de un árbol, por el ala derecha de lo que ahora es el Palacio de Gobierno.

Otro músico de nombre Fermín Escobar, contó:

“En los años sesenta los mariachis en Cuernavaca andaban de cantina en cantina, ganándose los centavos; pero hubo un momento en el que ya no les permitían entrar, razón por lo cual buscaron un lugar céntrico y se comenzaron a juntar en la esquina del Palacio de Cortés, por donde ahora se ubica la estatua de Morelos (el “Morelotes”), después nos dieron un lugarcito en el ala derecha del Palacio de Gobierno. Así nos han movido conforme ha pasado el tiempo”.

Fermín Escobar, violinista, retirado desde hace dos años, relató que su gusto por la música comenzó con su padre, quien tocaba este instrumento y quien le regaló su primer violín:

“Era un violincito destartalado, pero yo se lo pedí a mi padre y él me lo dio con mucho gusto y me inició en esto de la música; yo no sabía que esto me iba a dar de comer en el futuro y me iba a dar tantas satisfacciones. Yo quise tocar en un mariachi porque quería portar un traje de charro; eso me motivaba a practicar todos los días, desde pequeño; hasta que de muchacho mi hermano me llevó con un grupo musical en el cual me aceptaron de aprendiz; y después de unos años, me integré como miembro del grupo”, recordó el músico de 77 años de edad.

Los hijos (y nietos) de don Fermín, que forman parte del grupo Fiesta, en Cuernavaca, le insistían que ya no fuera a trabajar, que ya no tenía necesidad:

“Pero a mí lo que me gusta es ponerme mis trajes de charro; y me gusta cuando me echo mis canciones, esas canciones que me gusta cantar, esas canciones de José Alfredo Jiménez, que cantábamos allá por aquellos años en los que recorríamos las cantinas de Cuernavaca.... Yo voy a seguir tocando, porque la música es algo más que un trabajo, se lleva en la sangre y mientras tenga vida seguiré cantando y tocando”, decía Fermín en agosto del año 2012.

El mariachi en el mundo

El mariachi identifica a México en el mundo y en nuestro país, está presente en todas las regiones. Lo mismo sirve para festejar un nacimiento o dar serenata (“dar gallo”, le dicen) para enamorar (a la novia) o agradecer (a la mamá o a la esposa), que para acompañar la partida de un cariño o al difunto a su última morada, con “la canción que más le gustaba al muertito”.

Los misioneros españoles establecidos en el pueblo de Cocula (de donde eran originarios los cocas), Jalisco, en su evangelización, cambiaron las canciones antes dedicadas a las deidades paganas, en cantos a la Virgen María. En uno de los versos se lee, en la lengua de los Cocas, Maria ce son, que significa la canción de María. Al pronunciar “Maria ce” parecería decir “Maria Shi” o “Maria She”, que al decirlo rápidamente suena como mariachi.

Una de las versiones más difundidas sobre la palabra mariachi es que, durante la intervención francesa, unos extranjeros (franceses) de los que llegaron a Cocula, al celebrarse una fiesta con música en vivo, preguntó qué era aquel jolgorio y le respondieron en francés: C´est un mariage, o sea es un casamiento; y de ahí la denominación de mariachi por “mariach”.

El grupo musical es de siete a 12 elementos (aunque puede haber mucho más) y lo caracteriza el traje de charro que tradicionalmente era en blanco o en negro, pero en la actualidad hay de varios colores y combinaciones.

Los instrumentos básicos son vihuela, guitarra, guitarrón, violines y trompetas, en ocasiones se le añade el harpa y la flauta.

De acuerdo con historiadores, durante la presidencia de Porfirio Díaz, éste era muy dado a amenizar las fiestas del Palacio de gobierno con mariachi. Se afirma que, en esa época, estos músicos comenzaron a usar el tradicional atuendo de charro.

En la actualidad, el mariachi ha ido evolucionando con el tiempo, tocan desde sones hasta hip hop, sus atuendos han cambiado y se les puede ver hasta en Japón o Inglaterra, alegrando al hombre o consolando su corazón por alguna pérdida o “perdida”, ¿por qué no?

 

 

 

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