Miles de personas se reunieron este martes en el sur de Israel para recordar a las víctimas del ataque de Hamás del 7 de octubre, que hace dos años desencadenó un conflicto devastador en la región.
El principal acto conmemorativo fue organizado por familiares de los fallecidos, separado de la ceremonia oficial que el gobierno celebrará la próxima semana según el calendario hebreo.
La división refleja la polarización en torno al liderazgo del primer ministro Benjamin Netanyahu, criticado por no lograr un alto el fuego que libere a los rehenes que aún permanecen en poder del grupo armado.
El ataque de 2023, el peor en la historia de Israel, dejó unas 1,200 personas muertas, la mayoría civiles, y 251 secuestradas, de las cuales 48 siguen en Gaza, con estimaciones de que unas 20 continúan con vida.
Hamás ha condicionado su liberación a un alto el fuego duradero y la retirada israelí. Netanyahu ha prometido continuar la guerra hasta recuperar a todos los cautivos y desarmar al grupo.
Mientras tanto, en Gaza, la ofensiva israelí ha causado la muerte de más de 67,000 personas, según el Ministerio de Salud controlado por Hamás, y ha desplazado al 90% de la población de dos millones de habitantes.
Las restricciones humanitarias han provocado una grave crisis de hambre, y organizaciones internacionales han denunciado posibles crímenes de guerra, acusaciones que Israel niega, asegurando que sus ataques son en defensa propia.
Casi 400 personas murieron en el festival de música Nova, en Reim, un lugar que se ha convertido en memorial. Este martes, asistentes detuvieron la música a las 6:29 de la mañana, la hora exacta en que comenzó el ataque, para guardar un minuto de silencio.
Israel y Hamás retomaron conversaciones indirectas en Sharm el Sheij, Egipto, sobre un nuevo plan de paz propuesto por el presidente estadounidense Donald Trump. La guerra también ha involucrado a Irán, Líbano y Siria, y ha generado protestas internas en Israel por la demora en la liberación de los rehenes.