Dos ataques coordinados en Colombia dejaron este jueves un saldo de 20 personas fallecidas y más de 80 heridas, en hechos atribuidos a facciones disidentes de la antigua guerrilla de las FARC y al Clan del Golfo.
El primero de los incidentes ocurrió en Cali, donde un vehículo cargado con explosivos detonó cerca de una base de la Fuerza Aeroespacial Colombiana alrededor de las 15:00 horas.
Según autoridades locales, siete personas murieron y 79 resultaron heridas, cuatro de ellas en estado grave. Testigos describieron escenas de pánico, vehículos en llamas y viviendas dañadas.
Simultáneamente, en Amalfi, Antioquia, un helicóptero Black Hawk UH-60 de la Policía Nacional que participaba en la erradicación de cultivos ilícitos fue derribado, dejando 13 fallecidos y cuatro heridos.
El presidente Gustavo Petro anunció que se decretará conmoción interior por 90 días para restablecer el orden público.
Además, informó que solicitará a la Agencia de Defensa Jurídica del Estado y a la Corte Penal Internacional iniciar procesos judiciales contra los responsables de los ataques, incluyendo a las disidencias de Iván Mordisco y la Segunda Marquetalia, así como al Clan del Golfo, por delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra.
El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, ofreció una recompensa de hasta 200 millones de pesos colombianos (aproximadamente 49.500 dólares) por información que permita prevenir futuros atentados.
El mandatario responsabilizó a las facciones disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que rechazaron el acuerdo de paz de 2016 y pidió en su cuenta de X que sean declaradas organizaciones terroristas, junto con el Clan del Golfo.
Por su parte, Venezuela condenó de manera enérgica los ataques, calificándolos de “terroristas”.
Estos hechos representan un grave repunte de la violencia en Colombia, donde el conflicto armado interno ha dejado más de 450.000 muertos en décadas de enfrentamientos.