Corea del Norte volvió a poner en operación su destructor más grande tras un accidente ocurrido durante su botadura el pasado 21 de mayo, cuando el buque volcó parcialmente en el puerto de Chongjin.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, asistió a la ceremonia de reflotación y afirmó que el evento simboliza la determinación del país de ampliar su poder naval frente a lo que calificó como
“hostilidades lideradas por Estados Unidos”.
Según la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA), el buque fue reparado y trasladado a Rajin, cerca de la frontera rusa, para completar trabajos adicionales. Kim, quien subió a bordo, destacó que los destructores de nueva generación fortalecerán significativamente las capacidades militares del país. También ofreció condolencias a la familia de un trabajador que murió durante las reparaciones.
A pesar del relanzamiento, analistas cuestionan si el barco está verdaderamente operativo. Especialistas como Yang Uk, del Instituto Asan en Seúl, advierten que el corto tiempo entre el accidente y la nueva presentación del buque pone en duda la reparación completa de sistemas críticos como motores o misiles, que podrían haberse dañado por la exposición prolongada al agua salada.
Se cree que el destructor, de 4.500 toneladas métricas, es el segundo de su tipo construido por Corea del Norte, y representa uno de los desarrollos navales más ambiciosos del régimen. Las autoridades norcoreanas han anunciado la construcción de dos unidades adicionales para el próximo año.
Este anuncio coincide con un giro diplomático en la península, ya que el nuevo gobierno de Corea del Sur, encabezado por Lee Jae-myung, suspendió recientemente las emisiones de propaganda dirigidas al Norte, en un intento por reducir tensiones. Pyongyang, por ahora, no ha respondido oficialmente a este gesto.