Los países que integran la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobaron un nuevo acuerdo internacional que busca fortalecer la prevención, preparación y respuesta ante futuras pandemias, en respuesta a las lecciones dejadas por la crisis del COVID-19.
La decisión fue recibida con un prolongado aplauso en la asamblea anual celebrada en Ginebra, tras tres años de intensas negociaciones.
El acuerdo establece que los países que compartan muestras de virus tendrán acceso garantizado a pruebas, tratamientos y vacunas.
Además, hasta el 20% de estos insumos deberá entregarse a la OMS, lo que permitirá que naciones con menos recursos puedan acceder a ellos en caso de emergencia sanitaria.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, calificó el pacto como un momento “histórico” y un símbolo de cooperación global en un contexto donde muchos gobiernos priorizan sus intereses nacionales.
Esperance Luvindao, ministra de Salud de Namibia y presidenta del comité que lideró el proceso, destacó el impacto devastador de la pandemia anterior en la vida, la economía y los sistemas de salud.
"Nosotros, como estados soberanos, hemos decidido unirnos, como un solo mundo, para poder proteger a nuestros niños, ancianos, trabajadores de salud en primera línea y a todos los demás de la próxima pandemia. Es nuestro deber y responsabilidad hacia la humanidad", añadió Luvindao.
Sin embargo, el tratado también enfrenta críticas. No contempla sanciones para los países que no lo cumplan, lo que genera dudas sobre su eficacia.
Además, Estados Unidos, tradicionalmente uno de los mayores aportantes a la OMS, no participó en las fases finales del acuerdo, tras su retiro del organismo durante el mandato del presidente Donald Trump.
Aun así, el consenso alcanzado representa un paso significativo hacia una respuesta sanitaria más equitativa y coordinada frente a posibles amenazas globales.