El papa León XIV, el primero de origen estadounidense en la historia de la Iglesia, dio inicio oficialmente a su pontificado con una emotiva misa inaugural en la Plaza de San Pedro, donde condenó la explotación de los más pobres y pidió unidad entre los católicos.
Ante unos 100,000 fieles y representantes de más de 150 países, incluidos líderes mundiales como el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky; la presidenta de Perú, Dina Boluarte; y altos funcionarios de Estados Unidos, el nuevo pontífice afirmó que no hay lugar en la Iglesia para juegos de poder ni propaganda religiosa.
Durante su homilía, León XIV expresó que la Iglesia debe estar al servicio de todos, especialmente de los marginados, y criticó un sistema económico que
“consume los recursos de la Tierra y relega a los más pobres”.
Reafirmó que su elección no fue por méritos propios, sino como “hermano y servidor” de los fieles.
El papa recorrió la plaza en el papamóvil, donde fue recibido con aplausos y vítores. En un gesto de cercanía, detuvo su vehículo para besar a un niño.
La misa, cargada de simbolismo, incluyó la entrega del palio y el anillo del pescador, símbolos de su autoridad como sucesor de San Pedro. León XIV se mostró visiblemente conmovido al recibirlos, especialmente al colocarse el anillo por primera vez.
Al cierre de la ceremonia, el papa pidió una “paz justa y duradera” en Ucrania y rezó por las víctimas del conflicto en Gaza, recordando a los más vulnerables:
“niños, familias y ancianos que sufren hambre”.
El inicio del pontificado de León XIV marca una nueva etapa para la Iglesia católica, con énfasis en la unidad interna, la justicia social y la cercanía con los fieles.