La cocina es uno de los espacios del hogar donde la limpieza debe ser prioridad, y aunque a menudo pasa desapercibida, la esponja que se usa para lavar los trastes puede convertirse en un foco de bacterias si no se desinfecta ni se reemplaza con frecuencia.

La humedad constante y los restos de comida crean el ambiente perfecto para la proliferación de microorganismos. Por ello, es importante limpiar la esponja diariamente con agua y jabón, retirando cualquier residuo antes de desinfectarla.

Cómo eliminar bacterias y malos olores

El ingeniero bioquímico Rafa Carbajal recomienda colocar la esponja limpia y húmeda en el microondas durante un minuto para eliminar gran parte de las bacterias, siempre que no tenga partes metálicas. Este método es rápido y eficaz, aunque debe realizarse con precaución.

Otra alternativa segura, según la Universidad Estatal de Michigan (MSU Extension), consiste en sumergir la esponja en una mezcla de cloro diluido. Para prepararla, combina un cuarto a media cucharadita de lejía (al 8.25 %) por cada litro de agua tibia. Déjala en remojo un minuto, enjuágala bien y sécala completamente. Este procedimiento elimina bacterias resistentes y neutraliza olores desagradables.

¿Cada cuánto reemplazarla?

Aunque los métodos de limpieza ayudan a prolongar su vida útil, los especialistas recomiendan reemplazar la esponja cada dos semanas, o antes si desprende mal olor o muestra desgaste.

Mantenerla seca entre usos es fundamental, ya que la humedad continua acelera la aparición de microorganismos. Con estos sencillos cuidados, podrás mantener tu cocina más limpia y tus utensilios libres de contaminación.