El agua de lechuga se ha popularizado como una alternativa natural para quienes buscan mejorar el descanso. Gracias a sus compuestos relajantes, esta bebida ancestral vuelve a ganar presencia en un contexto donde los trastornos del sueño afectan a millones de personas en todo el mundo.
Una bebida con fundamento científico
El agua de lechuga se obtiene al hervir sus hojas y aprovechar los compuestos bioactivos presentes en la planta. Entre ellos destaca el lactucarium, sustancia de efecto sedante y analgésico leve, más concentrada en el tallo. Investigaciones en Corea del Sur han mostrado que puede prolongar la duración del sueño y favorecer la fase profunda (NREM), especialmente en variedades como la romana y la orejona.
Beneficios adicionales
Además de su acción relajante, esta infusión contribuye a la calidad del descanso al inducir calma mental y corporal. Su consumo también aporta nutrientes como vitaminas A, C y E, minerales como potasio y ácido fólico, así como fibra y bajo contenido calórico, lo que la convierte en una opción ligera y saludable.
Preparación sencilla
Para elaborarla, se recomienda hervir hojas limpias de lechuga fresca en un litro de agua durante 10 a 15 minutos, dejar reposar, colar y beber tibia. Puede endulzarse con miel o combinarse con manzanilla o menta para potenciar su efecto relajante. Lo ideal es tomarla entre 30 y 60 minutos antes de dormir.
Precauciones necesarias
Aunque es segura para la mayoría, se aconseja consultar a un especialista antes de incorporarla de forma habitual, sobre todo en casos de insomnio crónico o tratamientos con fármacos sedantes. Personas con alergia a la familia de las Asteráceas, problemas renales graves, embarazadas o en periodo de lactancia deben evitar su consumo sin supervisión médica.
El agua de lechuga se perfila como un complemento accesible y de bajo costo para quienes buscan mejorar su higiene del sueño de manera natural. Sin embargo, su uso debe acompañarse de hábitos saludables y de la orientación de un profesional de la salud.