Cada 5 de septiembre se celebra en distintos países el Día Mundial del Hermano, una jornada dedicada a rendir homenaje a uno de los vínculos más significativos de la vida. Con ellos compartimos techo, experiencias, confidencias e incluso, en muchos casos, habitación o ropa. En Argentina, en cambio, esta efeméride se conmemora cada 4 de marzo.
Aunque no es una festividad oficial en todos los lugares, cada vez más personas aprovechan la ocasión para reunirse con sus hermanos y hermanas, recordando la influencia que ejercen en el desarrollo personal y en el bienestar emocional. Al igual que existen fechas dedicadas a las madres, los padres o los abuelos, los hermanos también cuentan con su propia jornada.
Esta conmemoración no se limita únicamente a los lazos de sangre. También reconoce a quienes, sin compartir genética, construyen relaciones fraternales basadas en la solidaridad, el cariño y la lealtad incondicional.
El origen de la palabra hermano
El término proviene del latín germanus (germen), derivado de gigno, que significa verdadero o exacto. Se utiliza para describir a dos o más personas unidas por vínculos consanguíneos o de afinidad, que comparten uno o ambos padres. Es una de las relaciones de parentesco más significativas, marcada por una fuerte conexión afectiva.
En la mayoría de las culturas, los hermanos conviven durante la infancia, la adolescencia y la juventud, recibiendo una formación similar. Asimismo, en muchas tradiciones y religiones se emplea el concepto de “hermano” para definir a quienes integran una misma comunidad espiritual.
Por qué se celebra el 5 de septiembre
La fecha fue elegida en memoria de la Madre Teresa de Calcuta, fallecida ese día en 1997. Esta mujer de origen albanés, nacionalizada india, dedicó su vida a obras sociales alrededor del mundo y fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en 1950. Junto a sus hermanas religiosas llevó consuelo y esperanza a miles de personas necesitadas.
Hermandad más allá de la sangre
En numerosos países la celebración se centra en los hermanos de crianza, pero también abarca a la fraternidad espiritual: religiosos que comparten una misma fe o personas que construyen lazos cercanos sin parentesco biológico. Al final, la esencia de esta jornada recuerda que todos formamos parte de una misma hermandad humana.