En México, la temporada de lluvias afecta a miles de personas, provocando fuertes corrientes que inundan diversas ciudades y vuelven muchas zonas intransitables. Ciudades como Ciudad de México y Guadalajara son ejemplo de los estragos que una tormenta intensa puede causar: cierres viales, colapso de estructuras e incluso pérdidas humanas.
Sin embargo, más allá de los daños materiales, las inundaciones representan un riesgo significativo para la salud. El agua acumulada concentra desechos, bacterias y residuos peligrosos que pueden causar enfermedades graves.
Un estudio reciente estima que al menos el 23 % de la población está expuesta a inundaciones, uno de los desastres naturales más frecuentes en el mundo. Según un reporte de la revista Nature Water, tras analizar 300 millones de registros hospitalarios en los países más afectados, se determinó que las inundaciones aumentan en un 26 % el riesgo de padecer enfermedades lo suficientemente graves como para requerir hospitalización.
Entre los problemas de salud más comunes se encuentran enfermedades digestivas, infecciones, trastornos mentales y, en algunos casos, afecciones respiratorias, cardiovasculares y del sistema nervioso. Estos casos se han vuelto más frecuentes en los últimos años debido al calentamiento global, que intensifica los efectos del exceso de agua en las comunidades.
Además de los riesgos de enfermedad, las inundaciones pueden provocar tragedias inmediatas, como ahogamientos, electrocución e hipotermia. Por ello, expertos recomiendan tomar medidas preventivas y actuar con cautela ante estos eventos, conscientes de que los daños van más allá de lo material y afectan directamente la salud de la población.