Aunque la inteligencia artificial avanza a pasos acelerados y promete revolucionar múltiples áreas, las calculadoras de siempre continúan manteniendo su lugar. Mientras que herramientas como los chatbots pueden fallar incluso en operaciones básicas, las calculadoras siguen ofreciendo respuestas exactas, afirma Tomoaki Sato, directivo senior de la división educativa de Casio.
La aparición de celulares con aplicaciones integradas, ordenadores y sistemas de IA capaces de resolver problemas complejos ha hecho pensar que la calculadora podría quedar obsoleta, como ocurrió con el ábaco.
Sin embargo, la realidad muestra lo contrario. Casio, uno de los principales fabricantes, informó que en su último ejercicio —cerrado en marzo— vendió 39 millones de unidades entre calculadoras básicas y científicas en más de 100 países. Aunque la cifra es menor que los 45 millones vendidos en 2019-2020, se trata de un repunte significativo frente a los 31 millones registrados justo después de la pandemia.
La razón de su permanencia está en su practicidad: son más económicas, menos frágiles que los smartphones y pueden funcionar con pilas o energía solar, lo que las convierte en un recurso confiable para escuelas de países en desarrollo.
Además, en pequeños comercios también siguen siendo útiles, ya que facilitan mostrar los precios directamente al cliente, evitando confusiones.
Casio mantiene la producción activa, con fábricas como la de Tailandia ensamblando nuevos modelos, muy lejos de aquellos primeros diseños como la “14-A” de 1957, considerada la primera calculadora compacta totalmente eléctrica.
No obstante, la IA también avanza en el terreno matemático. Modelos desarrollados por Google y OpenAI lograron resultados destacados en las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas, aunque todavía sin alcanzar la perfección que los mejores participantes humanos sí consiguen.
Para el presidente del concurso, Gregor Dolinar, la IA ya puede resolver problemas complejos cuando se le plantean adecuadamente, por lo que asegura que las calculadoras físicas podrían ir desapareciendo de manera gradual.
Aun así, mientras la tecnología intenta superar sus propios límites, las calculadoras continúan demostrando que su sencillez y fiabilidad siguen siendo necesarias en un mundo cada vez más digital.
