El uso de tecnología que calcula la edad a través de escaneos faciales está ganando terreno en plataformas digitales como TikTok, Instagram o sitios para adultos, con el objetivo de restringir el acceso de menores y cumplir con normativas cada vez más estrictas.
Esta tendencia ha impulsado el crecimiento de empresas especializadas, aunque también ha despertado preocupaciones sobre privacidad y discriminación.
El proceso es rápido: basta con mirar a la cámara y, en segundos, la herramienta determina si el usuario es mayor o menor de edad.
Así lo hace Roblox, plataforma de videojuegos que advierte: “Estimamos tu edad en 18 años o más”, tras un escaneo facial.
Una de las empresas líderes del sector es Yoti, con sede en Londres.
Su tecnología ya realiza alrededor de un millón de verificaciones diarias para gigantes como Meta, TikTok, Sony PlayStation o Pinterest.
Según su director, Robin Tombs, los algoritmos han evolucionado hasta identificar con gran precisión los rasgos del rostro, incluso cuando se intenta engañar con máscaras o accesorios.
La compañía comenzó a generar ganancias este año, con ingresos de 20 millones de libras en su último ejercicio.
El auge responde también a nuevas legislaciones. Australia, por ejemplo, prohibirá el acceso a redes sociales a menores de 16 años a partir del 10 de diciembre, lo que impulsa la adopción de estos controles.
Sin embargo, expertos en ciberseguridad y derechos digitales alertan sobre los riesgos.
Para Olivier Blazy, profesor de la École Polytechnique en Francia, se trata de métodos “potencialmente intrusivos” que pueden comprometer datos personales.
Además, señala que un simple maquillaje puede alterar la percepción de edad.
Otro desafío son los sesgos: diversos estudios indican que estos sistemas son menos precisos con personas que no son blancas o que pertenecen a minorías poco representadas en los modelos de entrenamiento. Yoti admite que aún trabaja para reducir estas diferencias.
Para minimizar errores, las plataformas pueden ajustar sus filtros. Si el acceso está prohibido a menores de 18 años, muchas veces se establece un margen que exige estimar más de 21.
Los usuarios cuya edad no se puede determinar con claridad son redirigidos a métodos tradicionales, como presentar una identificación oficial.
Mientras gobiernos y empresas buscan reforzar la seguridad de los menores en internet, el debate continúa: ¿hasta qué punto este tipo de verificación puede proteger sin vulnerar la privacidad?
