Hoy, los sistemas operativos son esenciales para cualquier computadora. Sin ellos, no podríamos interactuar con el hardware de forma eficiente ni realizar tareas cotidianas. Pero pocos saben que todo comenzó hace exactamente 70 años con el nacimiento de ‘Director’, el primer sistema operativo automático de la historia.
Desarrollado en el prestigioso MIT en 1955, 'Director' fue creado para controlar el Whirlwind I, uno de los primeros ordenadores digitales en funcionar en tiempo real. Su función era revolucionaria para la época: automatizar la ejecución de instrucciones a través de cintas magnéticas, eliminando la necesidad de intervención humana constante mediante tarjetas perforadas o interruptores.
Este avance dio origen al procesamiento por lotes, una técnica que permitía ejecutar tareas secuencialmente, y que más tarde sería adoptada por los grandes ordenadores mainframe, incluyendo los de IBM. Esta forma de organización sigue presente en sistemas actuales, desde los scripts automáticos en Linux hasta las actualizaciones en segundo plano en Windows.
El Whirlwind I, por su parte, fue mucho más que un experimento: sirvió de base para el sistema SAGE de defensa aérea de EE. UU. durante la Guerra Fría. Aunque fue retirado en 1959, su impacto tecnológico fue duradero.
Además del procesamiento por lotes, 'Director' introdujo conceptos clave que siguen vigentes hoy:
1. Abstracción del hardware, permitiendo a los usuarios manejar el sistema sin conocimientos técnicos profundos.
2. Modularidad, con instrucciones organizadas en bloques reutilizables.
3. Precursor de la multitarea, al permitir la gestión automática de tareas.
Sistemas como Windows, Linux y macOS nacieron décadas después, pero deben gran parte de su estructura a este hito poco conocido de la historia informática. Sin 'Director', la computación moderna simplemente no sería como la conocemos hoy.