Aunque su nombre pueda sonar misterioso, las “tierras raras” son esenciales para la tecnología que usamos a diario.
Se trata de 17 elementos metálicos, divididos en ligeros y pesados, que incluyen lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio, escandio e itrio.
Su importancia radica en propiedades únicas: son magnéticos, resistentes a altas temperaturas y capaces de emitir luz fluorescente.
Estos elementos están presentes en teléfonos inteligentes, laptops, vehículos eléctricos, drones, sistemas de navegación, sensores, motores eléctricos e incluso electrodomésticos como refrigeradores y microondas.
Por ejemplo, el neodimio potencia motores eléctricos, mientras que el terbio ayuda a que los imanes mantengan su fuerza a altas temperaturas.
Los tres países con mayor cantidad de tierras raras en 2024 son China (44 millones de toneladas), Brasil (21 millones) e India (6,9 millones), según el Servicio Geológico de los Estados Unidos.
Estados Unidos solo cuenta con 1,9 millones de toneladas en Mountain Pass, California.
China domina el mercado porque posee varias minas en su territorio y además cuenta con la capacidad de procesarlas, mientras que en Estados Unidos la producción se redujo en los 90 por la apertura al comercio con China y el cierre de plantas.
El ejército estadounidense subraya su relevancia estratégica: las tierras raras son esenciales en imanes para misiles guiados, sistemas de comunicación y armamento de alta precisión.
Su combinación de propiedades físicas y químicas las hace indispensables tanto para la vida cotidiana como para la industria y la defensa.
Entenderlas permite comprender por qué China se ha consolidado como la principal potencia tecnológica mundial.
