Un estudio de 14 años del Hospital Mass General Brigham en Boston encontró que incluso cantidades moderadas de actividad física, como caminar entre 3,000 y 7,000 pasos diarios, pueden ralentizar el avance del Alzheimer en personas mayores con riesgo de desarrollar la enfermedad.

Los investigadores observaron que quienes caminaban entre 3,000 y 5,000 pasos diarios retrasaban el deterioro cognitivo en promedio tres años, mientras que quienes alcanzaban entre 5,000 y 7,000 pasos lograban hasta siete años de retraso en la progresión del daño cerebral.

El estudio incluyó a 296 personas de entre 50 y 90 años sin signos iniciales de deterioro cognitivo, evaluadas anualmente mediante podómetros y escáneres PET para medir la acumulación de proteínas beta-amiloide y tau, asociadas al Alzheimer.

Entre quienes tenían altos niveles de amiloide al inicio, la mayor actividad física se vinculó con menor acumulación de tau y un deterioro cognitivo más lento. En cambio, las personas sedentarias mostraron un avance más rápido de los marcadores de la enfermedad.

Los científicos señalan que, aunque no se puede descartar que los cambios cerebrales puedan reducir la actividad física, los resultados sugieren un efecto protector del ejercicio.

Entre los mecanismos posibles, destacan la mejora del flujo sanguíneo, la reducción de la inflamación y la estimulación de factores de crecimiento cerebral, que podrían preservar la función cognitiva.

La Dra. Julia Dudley, de Alzheimer’s Research UK, indicó que incluso caminar 5,000 pasos diarios podría disminuir la acumulación de tau, una de las principales causas del Alzheimer.

Aunque aún se necesitan ensayos clínicos para confirmar la relación de causa y efecto, el estudio refuerza la idea de que pequeños cambios en el estilo de vida pueden contribuir a mantener el cerebro saludable durante más tiempo.