El Sol, lejos de ser una esfera perfecta e inmutable, presenta fenómenos extremos que aún sorprenden a los astrónomos.
Uno de los más enigmáticos es la llamada “lluvia solar”, en la que plasma extremadamente caliente se condensa y cae nuevamente hacia la superficie del astro.
Durante años, los científicos observaron cómo masas de material más frío descendían desde la corona solar, pero no entendían por qué.
Ahora, un equipo de la Universidad de Hawái, liderado por Luke Fushimi Benavitz, Jeffrey Reep, Lucas Tarr y Andy To, ha descubierto que la clave está en la variación de los elementos químicos del plasma solar.
El estudio, publicado en The Astrophysical Journal, muestra que la lluvia solar no se debe solo a diferencias de temperatura, sino a cambios en la composición química del plasma. Al producirse una erupción, el plasma asciende por los arcos magnéticos.
Algunas zonas se enfrían rápidamente y forman filamentos densos que, al perder soporte, caen hacia la superficie. Este material incandescente sigue las líneas del campo magnético, generando un fenómeno parecido a “gotas de fuego”.
Los modelos anteriores no podían reproducir estas lluvias porque asumían que la composición del Sol era uniforme y constante.
El equipo hawaiano modificó las simulaciones usando el programa HYDRAD, incorporando la variación espacial y temporal de elementos como hierro, magnesio y silicio. Con esto, las lluvias surgieron de manera natural en los modelos.
El estudio también muestra que estos cambios químicos aceleran el enfriamiento del plasma y pueden provocar condensaciones locales. Así, la composición del Sol no es estable, sino dinámica, afectando directamente cómo se genera y se pierde energía en su atmósfera.
Este hallazgo no solo resuelve un misterio solar, sino que tiene implicaciones prácticas para el clima espacial, que afecta satélites, comunicaciones y redes eléctricas en la Tierra. Además, podría ayudar a comprender fenómenos similares en otras estrellas y mejorar la predicción de erupciones solares.
El Sol no solo arde, también “llueve” plasma, y este descubrimiento revela la naturaleza cambiante y compleja de nuestra estrella, ofreciendo nuevas claves para entender su comportamiento.