La genetista estadounidense Mary-Claire King transformó la medicina moderna al demostrar que ciertos tipos de cáncer de mama y ovario pueden tener un origen hereditario, algo impensado hasta la década de 1990. Su investigación condujo a la identificación del gen BRCA1, ubicado en el cromosoma 17, cuyas mutaciones aumentan significativamente el riesgo de desarrollar estos cánceres.
Este descubrimiento marcó un cambio de paradigma: por primera vez se comprobó que el cáncer puede ser causado por alteraciones genéticas específicas, lo que permitió avanzar hacia métodos de detección temprana, prevención personalizada y tratamientos más precisos. A partir de ahí, la genética comenzó a jugar un papel central en la oncología y abrió nuevas líneas de investigación para enfermedades raras como la fibrosis quística y la enfermedad de Huntington.
King desarrolló complejos modelos estadísticos en genética de poblaciones y genética evolutiva para sustentar sus hallazgos, y su trabajo sirvió de base para que otras disciplinas médicas incorporaran el enfoque genético en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
Además, ha contribuido recientemente a identificar los mecanismos moleculares de la esquizofrenia, ofreciendo nuevas pistas sobre su origen biológico y posibles tratamientos. Su investigación también ayudó a establecer el alto grado de similitud genética entre humanos y chimpancés (99%), lo que ha sido clave en los estudios de evolución humana.
Por su trayectoria científica y su impacto en la medicina y la genética, King fue reconocida con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2025. Su candidatura fue propuesta por el biólogo Peter Greenberg, galardonado en 2023, y respaldada por expertos como Gene E. Robinson, de la Universidad de Illinois.
Este premio, dotado con 50 mil euros y una escultura de Joan Miró, será entregado en octubre en el Teatro Campoamor de Oviedo, en una ceremonia presidida por los reyes de España.